Hay ocasiones en las que no queda más remedio que descubrirse ante Satanás por su capacidad para darle la vuelta a las situaciones más enrevesadas. En plena descomposición del proyecto y del vestuario del Real Madrid -ya se vio en Valladolid a pesar de la victoria-, Florentino Pérez ha logrado dar marcha atrás en el tiempo y volver a mayo de 2018, cuando el madridismo se las prometía muy felices después de levantar la tercera Liga de Campeones consecutiva. El tito Floren ha recuperado para la causa a Zidane, que dio la espantada en plena euforia merengue temeroso de lo que se imaginaba que iba a pasar y que luego ocurrió.

Nueve meses después, ZZ regresa con la vitola de salvador de la patria y se supone que con plenos poderes para limpiar el vestuario y fichar piezas nuevas, atribuciones que el presidente se resistió a cederle el año pasado en su obsesión por controlarlo todo. Pero aunque Belcebú tenga la capacidad de retroceder en el tiempo, sus poderes no llegan para resetear la memoria de la tropa. De vuelta al principio después de toda la que se armó este verano, con el vomitivo episodio de Krasnodar en el que el Real Madrid y Lopetegui apuñalaron por la espalda a todo un país, queda por ver si segundas partes fueron buenas. Sobre el papel, todos contentos. Como un Goebbels del siglo XXI, el presidente blanco ha utilizado estos días a su antojo los medios a su alcance de contrainformación y propaganda para lanzar globos sondas, como el de Mou.

¿Y ahora? Pues lo primero que le toca a Zidane es devolver la paz al vestuario blanco. Y a la vez asegurar la clasificación para la Liga de Campeones para la siguiente temporada. Misión que se puede complicar ya que ZZ deberá llevarla a cabo en medio de la remodelación de la plantilla, de despidos de futbolistas con los que llegó a lo máximo, y con los movimientos para los nuevos fichajes de la temporada conociéndose en tiempo real. Habrá qué ver cómo se toman las vacas sagradas la limpieza y si esto acaba tensando las relaciones con el técnico repescado, lo que dinamitaría con una de las virtudes por las que ha vuelto: su capacidad de gestión de los egos de las estrellas merengues. A su favor cuenta con el respaldo de sus éxitos deportivos y del miedo que más de uno aún tendrá en el cuerpo después de la amenaza de vuelta de Mou y su látigo.

Contra Zidane puede jugar el propio Zidane, su alargada sombra de la primera y exitosa etapa. Igualar lo conseguido se aventura complicado y ya se sabe que el fútbol no tiene memoria. Quizá por eso huyó a medianoche y ahora acepta el reto meses después una vez demostrado que con Benzema, Isco y Bale no es suficiente. También está por ver si el Real Madrid de Zidane podrá volver a ser el Real Madrid de Zidane sin los goles de Cristiano Ronaldo, y si realmente el tito Floren es capaz de escuchar más a su entrenador que a sí mismo. Porque ya se sabe lo que suele ocurrir cuando se pacta con el diablo por mucho cariño que se le tenga.