A la espera de que no se crucen sus caminos en la Liga de Campeones, la vuelta de las semifinales de la Copa del Rey depara el clásico de mayor trascendencia para un Real Madrid que se juega ante su eterno rival dos competiciones en cuatro días y un Barcelona que quiere extender su dominio en el torneo del KO.

Dejará huella el clásico para Real Madrid y Barcelona. Los de Solari en una Copa del Rey a la que esta campaña sí se le concedió importancia, como el camino más corto a un título en un curso repleto de irregularidad. Dos duelos ante el eterno rival que marcarán el camino con la opción de quedar sin opciones en dos competiciones y tener que jugarse el todo o nada, un año más, en su torneo predilecto, la Liga de Campeones.

Para los de Valverde, un torneo que ha ido ganando importancia en su actual edición según se fueron superando barreras. En principio, la eliminación de la última Liga de Campeones con el desgaste físico mostrado en Roma, invitaba a no realizar excesos. Pero un grupo liderado por un ganador natural como Leo Messi no entiende de tirar competiciones. Remontaron al Sevilla y ahora quieren extender su dominio abrumador copero, con LaLiga prácticamente en el bolsillo gracias a su regularidad.

En una década de asaltos del Barcelona al Bernabéu con recitales de Messi, hasta nueve victorias en 16 encuentros en todas las competiciones por solo cuatro triunfos madridistas, los de Solari quieren voltear la historia y acceder a la final de Sevilla.

Deberá enterrar sus dudas, renacidas de nuevo tras un tropiezo inesperado liguero ante el Girona que cortaba la racha de grandes resultados y buen juego con la que firmó su esperada reacción. El empate del Camp Nou de la ida, donde acarició el triunfo que cosechó en el derbi del Metropolitano o la vuelta con victoria a domicilio ante el Ajax en Liga de Campeones alimentaron de nuevo la esperanza blanca. Poco importará en un clásico del todo o nada, con la afición del Bernabéu volcada para impulsar a su equipo.

Solari tomará decisiones que marcarán su personalidad como técnico. La indisciplina en público de Gareth Bale, que se negó a seguir calentando en el Ciutat de València y a celebrar su gol con compañeros, deja al técnico argentino en una encrucijada. Con Isco no le tembló el pulso pero ahora necesita al galés, al que incluso medita incluir en el equipo titular. Sería en detrimento de Lucas Vázquez ya que Vinicius se ha convertido en pieza intocable.

La portería la ocupará Keylor Navas y el capitán Sergio Ramos regresa a la zaga cumplida su sanción. Son los dos cambios fijos que se esperan en un equipo que puede retocar su ataque y con una duda por despejar en el lateral izquierdo. Marcelo tendrá la oportunidad en un clásico. Todo apunta a que le tocará el liguero, que es de menor trascendencia. Si le llega en Copa tendrá la oportunidad de levantarse y resarcirse de la mala imagen dejada recientemente.

El Barcelona se acogerá al gran momento de Messi y a su monopolio en la Copa -cuatro títulos consecutivos- para continuar vivo en su competición fetiche, aunque todo pasa imperiosamente por marcar en el Santiago Bernabéu en las semifinales coperas.

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