Atlético de Madrid y Real Madrid no sólo compiten esta tarde de forma directa por la segunda plaza, sino por muchísimo más, por creer que la Liga aún es posible, por doblegar a un adversario directo y por la carga pasional y emocional de un derbi vibrante, tan esencial como inquietante para ambos oponentes.

Es un duelo a presión. No hay margen de error. No lo admite la distancia que les separa del liderato del Barcelona, seis puntos en el caso rojiblanco y ocho en el blanco. Ganar o perder. No existen ni términos medios ni excusas. El empate es también una 'derrota', una invitación al bloque azulgrana para que acelere hacia el título.

El aliciente es la Liga. La circunstancia añadida es la segunda posición, ahora del Atlético, dos puntos por encima del Real Madrid, antes del duelo en el Wanda Metropolitano, que comprueba quién está preparado para reabrir el debate, si es posible, por el campeonato. Y sólo hay una certeza: el perdedor ya no tendrá ningún argumento.

El Real Madrid está fortalecido, enderezado su irregular rumbo del primer semestre con cuatro triunfos seguidos en la Liga, su mejor racha, y por el 1-1 del miércoles contra el Barcelona en el Camp Nou en el partido de ida de las semifinales de la Copa del Rey.

Y el Atlético está en alerta, por la derrota del pasado domingo contra el Betis, que puso fin a una racha de 19 partidos de competición oficial sin perder, que le retrasó un punto más en la carrera por el liderato del campeonato y que exige una reacción inmediata, agotado ya el margen de error en su ambición por la Liga. La presencia de Morata, que se enfrenta a sus ex, es una de las grandes novedades del día. Ya no es tanto la baja de Isco, ausente por unas molestias repentinas.