Los españoles hemos conseguido ser los protagonistas del balonmano mundial. Nuestra escuela ha dejado huellla. Los profesores Domingo Bárcenas y Juan de Dios Román abrieron el camino, iniciando aquella época de los años noventa y comienzos de siglo en la que España presumió de la mejor liga del planeta. Y de los que ya entrenaban en esa época y los que entonces eran jugadores, ya fuesen nacionales o extranjeros, se han ido llenando los banquillos más prestigiosos: Perunicic, Jovanovic, Vujovic, Dujshebaev, Dinart, Olsson, Svensson, Peric, Wenta, Manolo Cadenas, Valero Rivera, Jordi Ribera, Pastor, Davis, Garralda, Raúl González, Pasqui... Diferentes generaciones amalgamadas por su origen o experiencia en España; entre ellos, siete seleccionadores mundiales y ocho en equipos de la Liga de Campeones. Y sin olvidarnos incluso de los árbitros; al frente de ellos a nivel internacional, Ramón Gallego, que tan histórica pareja formó con Lamas.

No es simple casualidad ni coincidencia. Ni una acumulación de nombres sin más. Existe una continuidad estilística en muchos de ellos, un espíritu tradicional y a la vez absolutamente moderno. Me hace gracia que ahora se hable de la velocidad tanto en defensa como en ataque. Ya lo mencionaba Txomin Bárcenas en sus libros en el año 76 y Juan de Dios en los suyos en el 84.

Así que existen conceptos supuestamente revolucionarios de profundas raíces y otras innovaciones, en cambio, que flotan en el aire. Creo que las autoridades de la IHF deben estar planteándose la idoneidad del nuevo reglamento. No se penalizan tanto las exclusiones y eso está provocando una agresividad excesiva y a veces mal canalizada por parte de muchos equipos -Islandia fue ayer un claro ejemplo, pero también destaca en ello Alemania-. Por otra parte, y aunque los equipos han mejorado en la gestión del ataque cuando han sufrido una exclusión, se siguen cometiendo muchos errores que acaban en algo tan escasamente atractivo para el juego como los goles a portería vacía.

España se cuidó mejor que Islandia en lo tocante a las exclusiones, aunque cometió en algunas fases el pecado de salir demasiado a buscar a la primera línea rival. Dos exclusiones de Morros y parciales favorables a Islandia, especialmente un 0-4 en la segunda mitad, penalizaron esa opción. Jordi Ribera leyó esta situación con acierto, modificándola a tiempo. En su pizarra existe variantes defensivas, como el 5.1 con Ariño de avanzado o si Alex Dujshebaev está en pista. Tiene otra costumbre que seguramente alterará: España siempre busca cruce y fly en la primera acción tras tiempo muerto. Es algo que se ha mantenido desde los torneos preparatorios y los adversarios ya están avisados.

Por lo demás, España supo aplicar la medicina que normalmente emplea Islandia, el contragolpe. Y no olvidemos la actuación de Corrales, que fue vital para sostener al equipo en los malos momentos de la segunda mitad, evitando que Islandia se acercase más.

El final del partido, con todo decidido, resultó curioso. A falta de 1.30, tiempo muerto de Islandia; a falta de 20 segundos, tiempo muerto de Jordi, con cabreo del seleccionador islandés.Pero el average puede contar de cara al "main round". Allí nos esperará Alemania, cuya afición no dejó de animar a Islandia en ningún momento. Que no se cansen, que lo necesitarán.