Mañana de nostalgia y recuento en el Pujales. Exjugadores del Rápido, muchos de ellos miembros del equipo que logró el ascenso a Regional Preferente en 1993, se miden en un amistoso a un combinado de veteranos célticos. Una especie de conmemoración del 25ª aniversario del logro que, según el actual presidente aurinegro, Manolo Seoane, "inauguró el Rápido moderno". Para la ocasión se efectúa un retrato especial: los cuatro hijos del antecesor de Seoane, Baltasar Pujales, alma de la entidad eternamente, fallecido en 2016 y homenajeado en el nombre del campo, se visten de corto y juegan juntos en honor a su padre "por primera y última vez", asegura con buen humor Taro, precisamente capitán del equipo en el ascenso.

Para festejar el aniversario, justo antes de que concluya el año apropiado, se congregan 22 jugadores boucenses. La mitad de ellos participó en aquella histórica campaña 92-93; la otra mitad fueron igualmente canteranos desde benjamines. Todos vistieron la aurinegra mayor durante un lustro mágico. El Rápido, que había llegado a militar en la primigenia Tercera a mediados de los sesenta, en decadencia desde 1969, remontó en aquella etapa desde las categorías más bajas. El grupo, entre 1987 y 1993, probó Liga Local, Segunda Regional, Primera Regional y al fina la Preferente, que culminaba la resurrección de la entidad.

Al amistoso con el Celta de veteranos acuden José Curiel, Luco, Servando, Roberto Ruiz, Bringas, Luis "Filis", Gustavo, Marcos, Pepe, Miki... "Fue la última generación de amigos, vecinos, primos y hermanos, cien por cien amateur", establece Taro. Su propio padre, Baltasar, en la entrevista de celebración del ascenso a Preferente, confirmaba en aquel glorioso mes de mayo: "No es que no les paguemos. Pagamos unas primas, pero si las digo en número, a lo mejor hacen reír".

"Vivimos realmente una etapa paleolítica del Rápido", rememora Taro. "Tuvimos seis campos distintos como locales. El de Bouzas estuvo cerrado hasta Primera y no teníamos iluminación para entrenar. En autobús tampoco viajamos hasta Regional Preferente. Siempre íbamos en coches de jugadores. Yo me retiré en 1996 sin haber probado la hierba artificial, sin haber tenido un preparador físico ni un fisioterapeuta...".

El club, que "era el Rápido, no el Bouzas", acota Taro, era un asunto compartido por todo el clan Pujales. "Recuerdo acompañar a mi madre al campo de La Florida y al Federativo de Coia después a ver ganar al Rápido en los años 70; recuerdo estar en casa estudiando con 15 años un día de semana y llamar mi padre para que cogiese las botas, venía corriendo a buscarme porque solo había 11 jugadores...", relata el primogénito. "Y él me decía que iba a inscribir al equipo en otra división, que algún día tendríamos un campo y jugaríamos contra el Turista y el Gran Peña".

En ese amistoso, al Celta lo dirige Jesús Sánchez, exportero celeste pero también precisamente el entrenador del Rápido en 1993. Renunció al cargo justo tras el ascenso, entregándole el testigo a Josiño. Concluida la cita deportiva, tocará la culinaria. "Acabamos con una comida de las que te llenan el alma, a la que sólo faltaron los que realmente les fue imposible acudir.", describe Taro. Han hecho "la firme promesa" de juntarse cada año. Agradece"todas las facilidades y el trato exquisito" de los actuales responsables del club, que les entregaron una medalla conmemorativa al final.

El Rápido sufre hoy por lograr la permanencia en Segunda División B, equivalente a aquella Tercera de los sesenta. Su techo histórico. Un sufrimiento relativo cuando Taro lo enfrenta a su memoria: "El fin de semana anterior encendí la televisión, busqué el canal del Real Madrid y ponía: R. Madrid Castilla, 0, R. de Bouzas, 1. Por supuesto todos miramos al cielo con una sonrisa cómplice".