Esta Navidad los integrantes de los equipos de béisbol de la ciudad le pedirán a los Reyes Magos en sus cartas una instalación digna. Ya no saben a qué puerta llamar para evitar la desaparción o pérdida de categoría de dos clubes que se han visto obligados a jugar las dos últimas temporadas en A Coruña, Santiago o Gijón sus partidos oficiales como locales al carecer en la ciudad de un campo homologado.

El campo de As Plantas, en el que habían jugado y entrenado, está impracticable. "El alcalde nos prometió que nos construiría el 'mejor campo del mundo'", afirma Óscar Martínez, presidente del Halcones de Vigo. Pero siguen esperando y la situación es ya crítica, insostenible. "Otro año más así no nos lo merecemos", proclama Fernando Rodríguez, dirigente y técnico del Trasnos Béisbol Club. Incluso se acordó una partida de 60.000 euros para acondicionar la instalación, pero dichas obras nunca llegaron a realizarse por la falta de acuerdo entre el Concello y la Entidad Menor de Bembrive, donde se ubica el campo. As Plantas es hoy sede de la Escola de Aeromodelismo e Drons.

"El campo de As Plantas se está dejando morir", se lamentan. La simple actuación de una excavadora, con una inversión mínima, podría paliar, al menos por ahora, la situación, sin la necesidad de invertir los miles de euros prometidos. El béisbol es un deporte que puede convivir con otras disciplinas, incluso con el fútbol, como ya hizo hace años en As Plantas, donde también jugaba algún equipo de veteranos.

Las últimas temporadas han sido cursos de renuncias para ambos clubes. El Trasnos fue el segundo mejor equipo de la Liga Nacional del Grupo Noroeste, pero tuvo que renunciar a disputar la fase de ascenso a División de Honor. Este año, el Halcones, campeón invicto de su grupo en la Liga Nacional, tampoco pudo optar al ascenso. "Imposible sin campo", dicen.

El año pasado, la Federación Española concedió al Trasnos la organización del Campeonato de España sub 18. El club vigués tramitó la solicitud de dicho campeonato en base al compromiso adquirido por parte de las administraciones de mejorar sus instalaciones. Finalmente no se pudo realizar.

Fernando Rodríguez, del Trasnos, elegido como mejor entrenador nacional de 2017, indica: "Nos enfrentamos a la pérdida de categoría si no se soluciona esta situación". Óscar Martínez, que preside el Halcones desde la pasada Navidad, cuando el club estaba ya a punto de la desaparición, es más drástico. "Una categoría inferior es nuestra desaparición".

Actualmente, el Trasnos Béisbol Club, que nació hace unos siete años, cuenta con 130 licencias y tiene equipos en todas las categorías de base (proclamándose campeones gallegos en todas ellas), además del sénior y un equipo femenino de sóftbol. El Halcones, que nació hace unos 15 años, ve cómo la situación mengua su estructura y actualmente solo cuentan con unas 40 licencias entre el equipo de Liga Nacional y el alevín. "Al tener que jugar todos los partidos a domicilio, los chicos tienen que viajar cada fin de semana", sostiene. "Al final de la temporada pasada muchos dijeron que no querían continuar", se lamenta.

Martínez tomó las riendas del club cuando la anterior directiva anunciaba ya el cierre. Al compartir situación con el Trasnos, decidieron trabajar en conjunto y luchar por la supervivencia de ambas entidades con todas su armas. "Hablamos con Fernando y empezamos también a entrenar en el Marcote", dice Martínez. Ahora ambos clubes realizan sus entrenamientos en dicho colegio. Por lo menos Halcones ha puesto fin a su habitual peregrinaje por el Calvario o por Sampaio en busca de cobijo.

"Nadie da crédito a que con las instalaciones que tenemos y la situación en la que estamos logremos estos resulados", dice Fernando Rodríguez. Este año, además, recibieron la visita de tres exprofesionales de la MLB (Brian Tollberg, Brad Pennington y Charles Gipson) en una jornada de formación con los niños. "No daban crédito a lo que veían", dice.

Ahora han recibido una carta de la Fegabe (Federación Gallega de béisbol) en la que les preguntan si el año que viene competirán en la categoría nacional o no. "No sabemos qué decir", indican. Se debaten entre mantener una vida precaria o la desaparición y ninguna opción les parece válida.