Aitor Priego, taekwondista del Yidam, partió hacia diez días hacia Taiwán ilusionado con su debut en el Campeonato del Mundo de Técnico y Freestyle. Hoy aguarda en vilo el resultado de una resonancia, aunque ya resignado a que le confirmen la rotura de menisco y ligamento cruzado. Entre medias, una experiencia amarga: sorpresas, dificultades, negligencias, dolor... Un recuerdo que solo el aplauso del público taiwanés endulza.

Aitor Priego, de 27 años, y Eirim Vaamonde, de 19, forman pareja igual para el taekwondo que para la vida. Llevan dos años empeñados en participar en un certamen internacional. China sorprendió en el Mundial de Perú de 2016 introduciendo apoyos en los ejercicios colectivos. Priego y Vaamonde apuestan por esta vía. Han elaborado un número complejo, arriesgado, innovador. Su clasificación para el Mundial de Taipei se lo premia.

Al poco de llegar, un responsable de la Federación Española les revela que la normativa ha cambiado. Cada apoyo supondrá una penalización de 0,3 puntos. El ejercicio de la pareja viguesa incluye seis. Imposible suprimirlos y reelaborar los movimientos en los dos días que restan para la competición. Sus posibilidades de medalla se han esfumado.

"Las dos primeras horas tras saberlo fueron durísimas, hasta que nos dijimos que había que asumirlo", relata Aitor. Se dijeron: "Estamos al otro lado del mundo, vamos a hacer algo que nadie va a hacer e impresionar al público. Intentaremos emocionar a la gente".

No existe una única versión que explique el desconocimiento que la Federación Española tenía de ese nuevo artículo. Un responsable de Brasil le revelará al padre de Eirim, presente en el pabellón taiwanés, que ellos conocen la especificación desde hace dos años. Fuentes de la Gallega aseguran que aunque el debate era anterior, la Federación Internacional tomó la decisión a última hora. A los taekwondistas les llegó que solo españoles y ucranianos habían permanecido en la ignorancia. "Bajo mi punto de vista, solo puedo ver como motivo una incompetencia organizativa por parte de la Federación Española", sostiene Aitor Priego. "La ucraniana es una federación pequeñísima, casi no saca competidores y se entiende que algo así se le escape. Pero la brasileña y otras están por debajo en recursos y sí lo sabían. Es un poco vergonzoso, como si no se preocupasen realmente por el deportista".

Aitor y Eirim han decidido centrarse en su ejercicio. Su intrincada coreografía les exige la máxima concentración durante su minuto y diez segundos de duración. Comienza la música. A los veinte segundos Aitor nota un crac en la rodilla izquierda. La sensación se repite en el siguiente movimiento. Aitor aguanta. "Igual no vuelvo a un Mundial en mi vida, tengo que seguir adelante", piensa. Terminan el ejercicio. El pabellón les aplaudirá durante dos minutos. Quedan eliminados -sin penalizaciones habrían obtenido la segunda mejor nota-, pero han logrado su objetivo de conmover a los espectadores. Aitor no puede paladearlo. Intuye que la lesión es grave.

El fisio de la selección cree que puede tratarse de una elongación en la primera exploración. Pero la articulación se inflama terriblemente durante la noche. Al día siguiente Eirim tiene que ayudarlo en cualquier maniobra. "Sufría un montón", describe. En la segunda revisión ya se apunta la posible rotura de menisco y cruzado. No habrá visita al médico, sin embargo, ni otro tipo de ayuda. Aitor apunta que necesitará muletas para el viaje de regreso a España.

- Tendréis que enteraos de dónde comprarlas-, le espeta el fisioterapeuta de la selección a Aitor.

El vigués decide aguantar y se dispone a cruzar medio planeta: ocho horas de viaje hacia Dubai, tres horas de escala, otras ocho horas de viaje a Barajas y el tramo final hasta Peinador. Cojea por los aeropuertos, arrastrando una pierna izquierda que no puede doblar y que después encaja lastimosamente en el espacio entre asientos. En un par de ocasiones le preguntan los responsables de la expedición por cómo se siente. "Y ya está. De todo lo demás me tuve que encargar yo", denuncia.

Su entrenador del Yidam le ha hecho el parte de accidente a su regreso. Lo han examinado en la Clínica El Castro. El 5 de diciembre conocerá qué dicta la resonancia, si bien se resigna a lo peor. "Estoy asimilándolo, es lo que hay. Ya estoy pensando en recuperarme, en el tiempo que me va a llevar, no queda otra que adaptarse a la situación. Esto no me quitará la ilusión".