Un cabezazo en el minuto 91 de Diego Godín, lesionado, literalmente cojo, desde mucho antes, situado de delantero centro, culminó una remontada imprevisible del Atlético de Madrid frente al Athletic, dos veces por delante en el marcador, mejor durante muchos tramos del choque, pero doblegado sin consuelo.

Un golpe durísimo, que necesitó la revisión del VAR antes de la concesión del gol -anulado inicialmente-, para el conjunto bilbaíno, que iguala su peor racha sin ganar en Primera, once duelos, y un final apoteósico para el equipo madrileño, que no sólo se repuso en dos ocasiones a los dos goles de Iñaki Williams, sino que terminó con los tres puntos en su cuenta, por insistencia y por ambición.

El Atlético se encontró con un panorama que nunca ha sufrido hasta ahora en esta Liga: un gol en contra en el primer tiempo. Era el minuto 36. No había sucedido mucho, apenas nada, en todo el tramo anterior, con un Athletic bien armado en su defensa, compacto, sin permitir ni un solo espacio para el juego entre líneas local.

Una jugada de manual que el bloque bilbaíno ejecutó a la perfección, con el pase de De Marcos al desmarque de Susaeta por la banda derecha, a la espalda de Filipe, y con el centro al área de éste para la llegada de segunda línea de San José. Su remate con la diestra lo tocó Oblak, rebotó en el palo y lo empujó Williams (0-1).

Dos movimientos desde el banquillo para agitar un partido que era del Athletic, no sólo ya en el marcador, sino también sobre el terreno, cada vez más afianzado en defensa, sin ocasiones del Atlético, y cada vez más aparente en el contragolpe. Lo demostró Iñaki Williams... Y lo rechazó Oblak, esencial para impedir el 0-2.

Si de pronto se había adelantado el Athletic en el primer tiempo, de pronto empató el Atlético, que no había probado a Herrerín en una hora de partido hasta que logró el 1-1 con un tremendo y sorprendente derechazo desde lejos de Partey (m. 61). Y de pronto se repuso el equipo bilbaíno, con el 1-2 al contragolpe de Williams, inalcanzable para Godín desde el pase de Muniaín.

Y el Atlético se lanzó en busca del milagro con Godín -lesionado en la jugada del segundo gol bilbaíno- de delantero, con Thomas y Saúl de centrales...Y con Rodrigo como inesperado goleador a diez minutos del final. El medio centro emergió entre varios rivales para cabecear el 2-2 en un córner lanzado por Thomas. No se quedó ahí, que rebuscó hasta que encontró el gol de Godín, cojo, de cabeza, anulado primero por fuera de juego, concedido después por el VAR.