Cuatro jornadas consecutivas sin conocer la derrota colocan al Coruxo en una posición en la que puede mirar de cerca los primeros puestos de un grupo tremendamente igualado. Una semejanza que se transmite a los marcadores, en donde son pocos los partidos que se resuelven por más de un gol de diferencia.

Jacobo Montes, entrenador del Coruxo, introdujo ayer varios cambios en el "once" inicial del equipo. En defensa, ante la sanción de Crespo, colocó a Lucas Puime en el centro y en banda recuperó a Guille, acompañados por Sergio del otro lado y Megía por el centro. En esta ocasión apostó por colocar únicamente a Borja Yebra por delante, para de esta manera subir a Antón hasta el centro del campo, para acompañar a Juampa, Mateo y Pitu, que fue otra de las novedades.

Los primeros cuarenta y cinco minutos no fueron vistosos. El Deportivo B quería tener el balón y, por momentos, dominaba el centro del campo, pero tenía demasiados problemas para llegar a la frontal del área y poner en aprietos a Alberto Domínguez. No hubo demasiadas ocasiones de gol, con una para cada uno de los equipos. Yebra la tuvo a los veinte minutos, tras recibir un gran pase de Mateo, y dos minutos más tarde eran los coruñeses quienes pudieron adelantarse en el marcador.

Poco a poco el partido se fue endureciendo, con entradas fuera de lugar y una acción en la que Mateo no se controló y a punto estuvo de costarle muy cara la acción.

No fueron unos primeros cuarenta y cinco minutos brillantes, por lo que el empate sin goles fue un bien reflejo de lo que sucedió sobre el terreno de juego. Tras el paso por el vestuario, el técnico vigués no tardó demasiado tiempo en hacer un primer movimiento, que resultó clave en el desenlace del encuentro. Sacó del campo a Guille para meter en su lugar a Jacobo Trigo. Antón ocupó la posición en banda, mientras que el recién incorporado se incrustó en la medular para darle aire fresco a la creación del juego ofensivo.

No pudieron salir mejor las cosas, pues a los siete minutos el Coruxo inicia una jugada por la banda derecha, balón al centro y allí Jacobo Trigo peina el balón hacia atrás para que Juampa Barros, llegando desde atrás, conectara un potente disparo ante el que nada pudo hacer Pedro López.

Lo que está claro esta temporada es que un gol vale su peso en oro, por lo que instintivamente los jugadores vigueses fueron cediéndole terreno a los deportivistas, que se hicieron dueños del centro del campo y del balón. Lo que pasa es que el Coruxo ha madurado defensivamente, y ahora se encuentra cómodo haciendo este trabajo. El equipo se cerró bien y no dejaba huecos por los que entraran los coruñeses.

Con el filial herculino volcado en ataque, los vigueses buscaban una contra con la que poder sentenciar el encuentro. Pablo Aguilera, el jugador más adelantado, no era capaz de controlar su ímpetu y caía en algunos fuera de juego que lo dejaban en una inmejorable posición ante el guardameta herculino. A medida que se acercaba el final del encuentro, la precipitación del Deportivo B beneficiaba el juego pausando y tranquilo que quería imponer el equipo vigués, que lograba sacar el balón sin excesivos apuros. Aún así, a seis minutos para la conclusión del encuentro, Pedro dispuso de una gran ocasión para el Deportivo B, pero para fortuna de los vigueses el balón salió excesivamente alto.