El fútbol se gana en las áreas, y ayer el Bergantiños demostró los motivos por los que lidera la clasificación de Tercera División. Ante el Arosa supo aprovechar sus oportunidades y armó un entramado defensivo que el Arosa nunca dio impresión de ser capaz de superar en condiciones. Los arlequinados se estrellaron una y otra vez contra el muro que diseñó Miguel Filgueira, un muro que resistió, incluso, cuando el equipo de Carballo se quedó con uno menos sobre el terreno de juego.

La primera parte arrancó con un Arosa sin complejos, ofreciendo la versión de los partidos anteriores en casa, donde en los primeros minutos ofreció un recital de intensidad, ritmo y verticalidad. Pero delante estaba uno de los mejores equipos de la categoría en todos los aspectos, que no se dejó impresionar por esta puesta en escena arlequinada y que, muy pronto, conseguiría poner el encuentro de cara. Avisó primero Cano que, en el área, se fue de todos los rivales que le salieron al paso para disparar un tanto escorado y obligar a Manu Táboas y a Pablo González a desviar el balón, este último con la mano, aunque el árbitro interpretó que fue involuntaria.

Fue el preludio del gol, que llegaría en el minuto 9 en un centro medido de Aarón desde la banda izquierda en el que Manu Táboas falló en la salida, permitiendo a Rubén Rivera cabecear sin oposición al fondo de la red. El tanto afectó a los arlequinados que, en lugar de mantener su apuesta por el toque, recurrieron en demasía al juego directo en busca de Sylla permitiendo al rival asentarse con comodidad en el terreno de juego. Las únicas opciones de peligro llegaban por la banda derecha, con las cabalgadas de Pacheco hasta la línea de fondo, pero sus centros no encontraban rematador. El peligro del Arosa llegaban cuando eran capaces de hilvanar una jugada los hombres de más talento.