Dos paradas decisivas de Thibaut Courtois en el primer acto y una de Jan Oblak en el segundo, convirtieron en un derbi de porteros y sin pegada el duelo entre un Real Madrid que añora un 9 goleador y un Atlético de Madrid que exhibió sin premio sus virtudes de inicio antes de desaparecer.

La pasión del mejor derbi del mundo no se tradujo en espectáculo. Se rebaja a duelos tácticos donde se juega a lo que desea Simeone, dominador del Bernabéu en Liga -seis torneos seguidos sin perder- con planteamientos que anulan a buena parte de las individualidades de su rival, hasta que Julen Lopetegui respondió con un giro por unas molestias de Bale.

Alejado de antiguos sufrimientos y con la confianza que le genera un dominio reciente en casa del eterno rival, el Atlético salió sin complejos a por el Real Madrid. Sin apuros para anular al tridente ofensivo madridista, que se reducía al ímpetu de Gareth Bale, encontró en Lemar un futbolista clave para generar desequilibrio.

La ineficacia con la posesión iba acompañada de un alto riesgo en caso de cometer un error. Equipo largo el Real Madrid y con desconexión del tridente. Fue cuando Courtois salvó a su equipo, primero tras una falta pedida por Asensio no señalada, que provocó una contra veloz que dejó a Griezmann mano a mano con el portero madridista. Intentó picar el balón pero perdió el duelo. Courtois la salvaba con la cara.

La seguridad de Oblak tampoco se puso en duda. Asensio buscó espacios para superarlo donde no existían. Ceballos aportó toda la creación que le faltó a su equipo, apareció la velocidad en la posesión, mejoró el Real Madrid como equipo pero le faltó la pegada de un devorador del gol. Casemiro y Modric lo buscaban con disparos lejanos y Asensio tenía la acción que pudo decidir el duelo, que se quedó en tablas por culpa de los porteros.