A Quino Salvo no le gustaba ser el centro de atención, como así lo demostró el multitud de ocasiones. Sin embargo, ayer estaría orgulloso de ver cómo sus amigos se esfuerzan por que su recuerdo no caiga en el olvido y, posiblemente lo más importante, el cariño que le procesa su ciudad, aquella que no lo pudo ver en la máxima categoría, pero que sí le tiene un cariño y un sentimiento especial.

La organización apostó en esta edición por dos equipos con más rodaje, conjuntos que pudieran ofrecer más espectáculo y un mayor ritmo de juego, y eso se notó ayer en el parquet de As Travesas. La intensidad del encuentro de ayer no varió durante los cuarenta minutos de juego, y eso que tras el paso por el vestuario los andorranos salieron más relajados de lo previsto, lo que provocó un enfado monumental de su entrenador.

De salida, los dos equipos se tomaron su tiempo en estudiarse. Las alternativas en el marcador eran constantes y ninguno de los dos equipos jugaba suelto. Poco a poco la defensa de Andorra se fue centrando, obligando a los portugueses a forzar en el tiro, llegando a tener ocho puntos de ventaja mediado el cuarto. Además, Morabanc lograba controlar el rebote, aunque se veía incapaz de ampliar la ventaja y sentenciar de forma definitiva el partido, a pesar de estar en los primeros diez minutos de juego.

La entrada en el campo de Dylan Ennis le dio al Andorra un plus extra de velocidad. El canadiense fue el jugador que más espectáculo ofreció durante los cuarenta minutos de juego. Una aportación que le permitió a su equipo superar los diez puntos de ventaja, 28-16, y comenzando a abrir brecha en el marcador. Sin embargo, hubo un momento clave en el desarrollo del encuentro, cuando a cuatro minutos para el final, el Morabanc logró dos triples consecutivos que fueron determinantes, ya que se pasó de un 35-24 a un 41-24, que comenzaba a dejar el partido decantado hacia el lado andorrano.

El paso por el vestuario le sentó mejor al cuadro portugués, que conseguía bajar de los diez puntos de desventaja mediado el cuarto. Ibon Navarro, técnico andorrano, se quejaba amargamente de la intensidad de su equipo frente a la de los lusos, a los que veía mucho más metidos en el partido que los suyos.

Guillem Colom fue el encargado de acabar con el atrevimiento del Porto de intentar meterse en el partido. Un triple que amplió la ventaja de su equipo hasta los doce puntos y que fue el momento en el que Porto poco menos que arrojó la toalla.

En los últimos diez minutos de encuentro, los dos equipos acusaron un tanto el esfuerzo de los treinta minutos anteriores, y el juego decayó. Tanto fue así que la primera canasta en juego del periodo tardó dos minutos en llegar. Varias contras, algunos mates y unos intentos de alley oop fue lo mejor de estos diez minutos finales.

El espectáculo en As Travesas se completó con las asombrosas actuaciones de los miembros de la escuela de baile Media Punta y las imitaciones de Alberto Cunha.