- Ha pertenecido al Vigo desde que se fundó el club. Tenía usted ocho años. Ha pasado por todas las categorías como jugador y como entrenador. ¿Qué siente al culminar este camino en el banquillo sénior?

- Es una sorpresa grata. Ha sido la culminación de un recorrido que empecé de la mano de mi padre. Coincide con el trigésimo aniversario del club. Es una satisfacción y a la vez un reto por ser de casa, las circunstancias? En juveniles y el filial hacía sobre todo un trabajo de formación. No había riesgo de descenso. Ahora sí. Es éxito o fracaso.

- Siempre ha tenido usted que convivir con ser el hijo de Manolo Lago, "Turbo", un mito del Vigo R.C.

- Además se cumple un dato curioso: el último entrenador de Vigo fue mi padre. Veintitantos años después soy yo. Este club es flexible. Por el camino hemos tenido entrenadores de otros lugares, que nos han enriquecido. Este año la apuesta es por un cuerpo técnico de casa -porque Maka ya es de casa-. Son circunstancias. La idea a medio y largo plazo, ya diría del presente, es que también formemos entrenadores de la casa.

- Empiezan a eclosionar las camadas que realmente han crecido con un oval bajo el brazo. Que los técnicos que las educaron las acompañen parece casi lógico.

- Es sincronizar. Si los jugadores se forman, también los entrenadores. Son procesos simultáneos. Pero no somos un club cerrado. Tratamos de innovar. En mayo vino un exPuma (internacional argentino) y nos dio un clinic. Tenemos un estilo definido, pero estamos abiertos a otras posibilidades.

- Respecto a ese estilo, desde la llegada de Monreal y Maxwell, en 2010, el Vigo ha practicado a su modo ese juego abierto y continuo de inspiración neozelandesa. ¿Esta apuesta cambia con usted?

- Las circunstancias mandan. No tenemos talento de fuera. Lo generamos nosotros con mucho trabajo. Les he explicado a los jugadores que es como tener un equipo de Fórmula Uno, pero no de Ferrari. Al acabar la carrera no podemos llamar a Maranello para que nos traigan piezas en avión a Singapur. Nos las tenemos que fabricar. Es un reto. Maxwell hizo un trabajo muy importante, sobre todo técnicamente, con jugadores de Vigo y Galicia que en muchos casos habían empezado tarde a jugar. Su legado se va a notar. En las pasadas temporadas sufrimos, pero también les ganamos a los principales equipos. Nos faltaba ganar a los rivales de nuestro nivel. Ahí nuestro juego colapsa y es donde tenemos que adaptarnos. La aspiración de mantener la categoría estará ahí. No seremos dominantes, aunque haya fases del partido en que sí. Debemos aprovechar las debilidades del rival y las oportunidades que surjan a partir de nuestras fortalezas. Trabajamos en un juego mucho más práctico.

- Maxwell se preocupaba mucho por el aspecto espiritual del rugby. ¿Usted aportará más táctica?

- Como funcionaremos semana a semana, con la información de la que podamos disponer tendremos que saber cómo juega el otro equipo, sus debilidades y nuestras fortalezas. Cada semana estará enfocada a eso. Pero con el remanente del trabajo de Norm. En este equipo hay diez jugadores con experiencia en División de Honor y otros diez con experiencia en División de Honor B. Es un bloque uniforme. Ya es un punto de partida. Pero durante tres temporadas hemos ganado muy pocos partidos fuera de casa. Ese lastre es sufrir o no sufrir por la salvación.

- ¿Esa carencia recurrente obedece a cuestiones mentales, tácticas, la imposibilidad de viajar de algunos hombres, las condiciones de los desplazamientos?

- Hay un problema estructural muy importante. En una liga de doce equipos, nueve (vascos, cántabros, vallisoletanos) juegan en un radio de dos horas y media de viaje. Lo que nosotros podemos gastar en los viajes les vale a ellos para fichar a gente de fuera, sin límite. Eso adultera la competición. Es así. Nos adaptamos a ello. Nuestros viajes son difíciles de encajar para la gente amateur. Por eso tenemos que trabajar con una plantilla más amplia. Nos pueden condicionar las lesiones de hombres importantes, para los que no tenemos recambios del mismo nivel. Debemos fabricarlos y ese proceso de formación es lento. Y dentro de ese hándicap debemos simplificar todo tácticamente. Posiblemente no debamos jugar con un estilo dominante como hasta ahora y hacérselo más fácil al jugador para que ni se frustre ni se rinda. Si visitamos al líder, no venderemos desde el cuerpo técnico que vamos a ganar. Pero sí que debemos sacar un bonus. Estamos convencidos de que somos capaces de lograrlo con un patrón de juego definido y entrenado para cada situación.

- Cambia también el modelo de cuerpo técnico, más colegiado.

- Norm hizo un trabajo técnico muy importante. Lo bañaba con el aspecto espiritual, pero también subió el nivel de los jugadores de casa. Ahora todos somos amateurs. Yo soy el principal responsable, pero Uru está como segundo y con labores de estrategia y preparación física; Maka aprovecha su experiencia en el trabajo con delanteros; De Cabo, con tres cuartos.

- ¿Ha sido fácil encajar sus diferentes sensibilidades?

- Sí porque nos conocemos. Uru fue jugador mío en juveniles y es un tipo muy inteligente y práctico. Hablamos con Maka y llegamos a un acuerdo. Debemos ajustarnos a un juego en el que saquemos más rendimiento en puntos, que seamos más efectivos. A lo mejor no habrá tantos partidos lucidos, pero seremos más combativos. Será a un coste muy alto físicamente. Pero trataremos de que la delantera conquiste el balón y para lograr eso, en rugby, hay que combatir. Es meter variantes al legado de ese juego anterior, que va a brotar.

- Los rivales se han reforzado.

- Es lo que decíamos antes; si no tengo que gastar 2.000 euros en cada viaje, puedo traer jugadores de fuera. Lo nuestro es una debilidad, sí. Pero también una fortaleza. Hacemos un equipo más compacto. Los viajes ayudan a la unión y en el rugby lo decisivo es el bloque.

- ¿Pero qué nivel espera exactamente de la categoría?

- La permanencia va a ser dura. Es la realidad. Partimos con desventaja. La mayoría de equipos han realizado muchos fichajes. Pueden salirles bien o mal. Está mucho en nosotros, en que no haya lesiones y que los canteranos nos ayuden a subir el nivel. Estamos cambiando los entrenamientos y posiblemente hagamos un rugby más simple, más sacrificado. Tenemos que limitar los errores no forzados y ser inteligentes. Si en la 22 contraria llevamos tres golpes de castigo y va a haber un cuarto, vamos a palos; si estamos en nuestra 22, no salgamos jugando, vamos al campo rival y armemos una táctica que nos permita presionar y entorpecer la entrega de la pelota. Perdamos posesión y ganemos territorio.

- Supongo que para un entrenador resulta valioso, de cara a los jóvenes, disponer de un tipo de 42 años tan entusiasta como De Cabo.

- Y es que viene a entrenar martes y jueves desde A Coruña, con frío o lluvia. Ya vamos al Ikea y nos cuesta? Es muy meritorio. Como jugador y entrenador nos da mucho valor.

- ¿Le preocupa el retraso de Brizuela con su visado?

- A corto plazo sí. Intentaremos solucionarlo de la mejor manera. Es un pilar tal cual. Su llegada se notó el año pasado. En el rugby aún hay melés y touches. Siguen siendo importantes, aunque no sean fases de conquista como antes. Importa incluso a nivel mental. Si eres zaguero y tu melé va hacia atrás, te genera pavor. Si vas hacia delante, ganas territorio y confianza.

- Debutan contra el Campus Ourense: Monreal, extranjeros?

- Tienes la duda de cómo se adaptarán sus fichajes en el primer partido al tipo de juego, el arbitraje? Es una incógnita.

- Fue de niño el bicho raro que jugaba a rugby. ¿Cómo ve el futuro de este deporte en Vigo?

- Años atrás lo veía muy negro. A día de hoy lo veo muy positivo, con continuidad. Faltan cosas, pero vamos en el buen camino. Somos una ciudad dinámica. Construimos barcos, fabricamos coches, traemos todo el pescado que pueda consumir España. Eso nos da un aspecto identitario. Somos buenos y somos trabajadores. Y eso tenemos que llevarlo nosotros a los campos. Somos un club abierto y a la vez de casa, nos conocemos, somos amateurs y jugamos porque nos gusta. Eso suma emocionalmente. Es distinto a un equipo en el que hay ocho profesionales y el resto no, donde se agrandan los problemas. Cuando las cosas se complicaron el año pasado, el grupo se unió y Norm hizo un gran trabajo. Todo el club remó y así se consiguió el objetivo. Será complicado pero nos comportaremos como Vigo es, con nuestra identidad, siendo luchadores y con voluntad de crecer.