Cuando este domingo, después de haber oído juntos la misa de doce y media en el capilla del Hogar, nos pusimos a conversar como de costumbre en el pasillo del colegio y le dije: "Don Raimundo, ¿y ese vendaje tan grande en el pie?" Me contestó: "Hijito, después de todo lo que tengo, me salió una úlcera en el dedo gordo, con un dolor tan grande que ni los calmantes me alivian..." "Pues véngase conmigo y con Soli (mi esposa) que le invito a comer en Meira y así se olvida del dolor" fue mi respuesta.

"Ay, si Dios te oyera. Ya me gustaría, pero ya ves que no puedo". Fueron las últimas frases que le escuché. Creo que fuí el último amigo no salesiano con el que conversó.

Quién me iba a decir que siete horas más tarde iba a recibir un correo de la Comunidad Salesiana diciéndome: "Don Raimundo, salesiano ejemplar, acaba de fallecer". Se me vino el mundo abajo.

Don Raimundo, cuánto le tengo que agradecer. Usted fue quien me convenció para que me quedara un año a prueba como profesor de Educación Física en el colegio y fueron 29 años allí (hasta mi jubilación), más dieciocho desde entonces. Cuarenta y siete años de amistad y colaboración.

Cuántas veces pintamos juntos el campo de fútbol haciendo también calles de cal para convertirlas en pistas de atletismo.

Usted, sin dejar sus funciones como educador, cuántas veces me orientó para enseñar con espíritu salesiano cómo había que educar a los alumnos.

Fundador de clubes deportivos federados en el Colegio como el hockey sobre patines, balonmano, baloncesto, halterofilia, tenis de mesa, atletismo y cómo no, el fútbol que tantas y tantas alegrías le proporcionó además de algún pequeño disgusto.

Por todo ello se hizo merecedor de diferentes distinciones como la de Vigués Distinguido por el Concello de Vigo y premios especiales del deporte escolar a nivel provincial, autonómico y nacional.

Con usted el Colegio Hogar fue campeón de España escolar de fútbol (Granada), campeón de España de criss (Baiona), subcampeón mundial cross escolar (Israel) y tantos y tantos títulos a lo largo de tantos años.

Aquellos viajes a competiciones escolares representando a Galicia en los que sus alumnos disfrutaban de manera apasionada.

Y en el aspecto humano y educativo, a cuántos alumnos colocó usted en Citroën, artes gráficas, astilleros, talleres mecánicos...Todos ellos le recordarán eternamente. Y por sus tantas obras buenas creo que Jesús, a través de Don Bosco, le habrá acogido en sus brazos y María Auxiliadora le arropará con su manto.

Don Raimundo no se fue. Pues siempre quedará en la mente de aquellos a quienes ayudó y de sus muchísicimos amigos incondicionales que aquí dejó.