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Sobresaliente ejercicio de impotencia

España deja el Mundial víctima de un juego previsible y las malas decisiones del entrenador

Fernando Hierro y Sergio Ramos, desconsolado tras la eliminación del Mundial. // AFP

El Mundial de Rusia es ya historia para la selección, que abandona el campeonato por la puerta trasera tras firmar en el estadio Luzhniki un sobresaliente ejercicio de impotencia. La maldición del anfitrión -nunca ha conseguido España ganar al organizador en un gran torneo- persiste para la Roja, incapaz de nuevo de trasladar al campo la manifiesta superioridad que se le presumía en el juego.

El infortunio vivido en la ruleta de los penaltis no fue más que la consecuencia lógica de un fracaso que comenzó a cocinarse con la deserción de Julen Lopetegui y se ha guisado a fuego lento con la desesperante falta de filo mostrada por el equipo español frente a rivales técnicamente inferiores y la miopía en la dirección del banquillo de Fernando Hierro, su improvisado sucesor, que no ha sabido leer las necesidades ni los recursos que este último partido y, en general la competición, ,requería en cada momento. Resulta difícil determinar la importancia que el trauma del despido del seleccionador en el batacazo del equipo, pero lo cierto es que al fútbol de España, con toda la pujanzade LaLiga y el talento sus estrellas, le ha faltado fluidez y creatividad, pero también determinación para doblegar a rivales más pobres en recursos que en otros tiempos se habría llevado por delante sin pestañear.

final cruel para aspas

El fútbol decidió mostrarle ayer a Iago Aspas su cara más cruel. Al talentoso delantero celeste se le recordará seguramente en este Mundial por haber sido el jugador que falló el penalti decisivo de la tanda ante los rusos. Esta será la imagen que permanecerá grabada en la retina de muchos aficionados y no el monumental golazo de espuela con que el moañés derribó la muralla marroquí nada más saltar al campo regalando a España la primera plaza del grupo. El fútbol (pero sobre todo el seleccionador) ha sido cicatero con Aspas en este Mundial. El delantero del Celta ha sido el mayor soplo de aire fresco que ha tenido el decadente fútbol de la selección, prisionera del juego horizontal y el dominio yermo de la pelota. Más de mil cien pases se necesitaron ayer para generar apenas un par de ocasiones. Aspas, que estuvo en casi todas las salsas, acabó contagiándose del ritmo cansino con el que el equipo de Hierro se dedicó a magrear el balón.

referentes en baja forma

Por duro que resulte, el Mundial ruso ha puesto en evidencia el declive algunas de las vacas sagradas del fútbol español en el ocaso de su magnífica carrera que han llegado a este Mundial en evidente baja forma, como Iniesta (pese a su decente actuación de ayer), Busquets, Gerard Piqué o David Silva, a quienes habrá que ir buscando el relevo. Mención aparte merece el insolvente papel de David de Gea en la defensa de la portería. El eficiente portero del Manchester United ha sido en este Mundial un irreconocible manojo de nervios. El dato es concluyente: el madrileño solo ha parado uno de los once disparos que le han lanzando.

La ceguera de hierro

Aunque heredó sin pedirlo la responsabilidad de asumir el mando, las decisiones de Fernando Hierro en la dirección del equipo han restado más que sumado en muchos momentos.

El seleccionador se equivocó manteniendo galones de futbolistas cuyo rendimiento estaba muy por debajo de su nivel, tardó demasiado en mover el banquillo y no supo leer lo que requerían partidos que, en su mayor parte, se jugaron con el área rival convertida en una trinchera. Hierro fue esclavo de la jerarquía. Y este servidumbre le llevó a restar protagonismo a gente como Aspas Rodrigo y otros que no tuvieron oportunidades y mantener galones que no correspondían pero también a apuestas claramente equivocadas como la de entregar la titularidad a Marcos Asensio en la banda derecha y (aún peor) mantener al atacante mallorquín contra viento y marea hasta el final, a pesar de su nula influencia en el juego.

El infortunado papel en la lotería de los penaltis, con la pobre actuación de De Gea, el fallo de Koke y el error final de Aspas han acabado poniendo la guinda a un Mundial que salió torcido antes de empezar y que los jugadores ni el técnico no han podido o querido enmendar.

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