Tradicionalmente nadie quiere verse las caras con el anfitrión de un Mundial hasta las últimas rondas. Hay demasiados precedentes que invitan a pensar en que no acostumbra a ser un buen negocio. La sombra de la FIFA preocupada por estirar la vida en el torneo del organizador es demasiada alargada. Mañana ante los rusos y por cuarta vez en su historia España se enfrenta a esta situación con la intención de poner fin a esta pequeña maldición ya que en las tres ocasiones anteriores acabó derrotada. A diferencia de lo sucedido en los precedentes, en las que la actuación arbitral resultó determinante a la hora de despedir a la selección, mañana contará con la ayuda extra que supone la utilización del VAR. Aquellos latrocinios a los que el Mundial nos tenía tan acostumbrados han pasado seguramente a mejor vida. Con mil cámaras ofreciéndole al árbitro la posibilidad de replantearse las decisiones tomadas deja claro que España ya no corre el riesgo de repetir experiencias como al de Italia en 1934 o Corea en 2002.

Italia 1934

Fue el primer Mundial que disputó España en toda su historia y al que llegó como uno de los indiscutibles favoritos. A Italia acudieron algunos de los grandes nombres de la historia del fútbol español dirigidos por Amadeo García de Salazar: Zamora, Ciriaco, Quincoces, Lángara, Lafuente, Regueiro o Gorostiza. El torneo se jugó por el sistema de eliminación directa, sin fase de grupos, lo que no dejaba margen de error para ninguno de los participantes. En los octavos de final España ganó por 3-1 a la temible Brasil del legendario Leónidas que no pudo hacer nada frente al despliegue de los españoles. En los cuartos de final esperaba Italia, atemorizada por lo visto a España frente a los brasileños. La "Batalla de Florencia" llamaron a aquel partido, que tuvo poco de batalla y mucho de linchamiento. Italia, que acabaría ganando el Mundial, jugó muy por encima de los límites del reglamento. Regueiro adelantó a España, pero Italia empató en una jugada en la que Ricardo Zamora sufrió un descarado empujó de Meazza. El partido acabó con empata a un gol y el reglamento resolvía esas situaciones con un nuevo partido al día siguiente. España llegó a aquel partido hecha añicos. Seis de sus titulares no pudieron jugar el partido porque habían sido masacrados a patadas el día anterior, pero aún así la selección plantó cara a Italia que se salvó gracias a la actuación arbitral. Las crónicas de aquel tiempo aseguran que encajaron un gol ilegal, se les anuló uno y a mitad de partido se quedaron sin Bosch al que Luis Monti -un argentino al que Mussolini había sumado a la selección italiana con una turbia maniobra legal- dejó seco de un puñetazo. Un gol de Giuseppe Meazza en el minuto 11 acabó por decidir el partido y eliminar por primera vez a España de un Mundial. El arbitraje nocivo del belga Baert se convirtió en el principal tema de conversación de la época. Pero la realidad es que España se quedaba fuera del torneo y nacía la "leyenda de los anfitriones" en los Mundiales, que siempre jugaban con la red que suponían los arbitrajes.

brasil 1950

Durante décadas fue la mejor participación de España en un Mundial. El cuarto puesto conseguido en Brasil en 1950 por el equipo dirigido por Guillermo Eizaguirre fue el techo de la selección hasta que llegó la gloria de Sudáfrica en 2010. En aquella ocasión y tras el célebre gol de Zarra a Inglaterra ("a la Pérfida Albión" según el Nodo y la prensa de la época) España se metió en la fase final del torneo, una liguilla entre los cuatro mejores equipos: Uruguay, Brasil, España y Suecia. Empezaron bien ante los charrúas -que lograrían días después la mayor de las sorpresas de la historia del torneo con el Maracanazo- y lograron un empate a dos goles que les concedía alguna esperanza si eran capaces de frenar a los anfitriones, aquella Brasil que parecía incontrolable. Y lo fue para España que no puede agarrarse ni al arbitraje ni a ninguna otra cosa. Fueron barridos desde el principio por un equipo que olía el título mundial y que acabaría por recibir un palo monstruoso. El partido arrancó con el gol en propia puerta de Parra y a partir de ese momento vino el aluvión de goles de Jair, Chico (2), Ademir y Zizinho. Con el 6-0 en el marcador España anotó el tanto del honor por medio de Igoa. La derrota no dejó margen para ninguna otra lectura. Unos días después España perdía ante Suecia la posibilidad de conseguir el tercer puesto.

corea 2002

Episodio unido de forma inevitable al árbitro egipcio Gamal Al-Ghandour que se encargó de dirigir el encuentro de cuartos de final entre Corea y España. Los de Camacho se veían en condiciones de meterse en las semifinales, pero les quedaba el duelo ante los anfitriones que se habían clasificado gracias a un indecente arbitraje de Byron Moreno en su partido de octavos contra Italia. Lo que sufrieron los trasalpinos fue un adelanto de lo sucedido a España a la que se le anularon dos goles (Morientes y Helguera), se le pitó un fuera de juego inexistente en un mano mano y se permitió la dureza de los coreanos para interrumpir el juego. El partido llegó entonces a los lanzamientos de penaltis tras el 0-0 final y ahí España estuvo menos acertada. Joaquín falló el penalti que acabaría colocando a los coreanos en las semifinales del torneo cuya organización compartían con los japoneses. Un borrón en la historia del torneo. Pese a las sospechas e indicios de que aquellos partidos habían estado arreglados, nunca pudo probarse nada.