Suecia fue el punto de partida en la carrera de Joachim Löw como seleccionador de Alemania, en agosto de 2006 y, casi doce años después, se convierte en juez de una causa en pos del Mundial de Rusia que puede acabar hoy anticipadamente en Sochi, o seguir vigente. Alemania no tiene nada y, por primera vez en su era como seleccionador, se asoma al abismo.

Una victoria no solo clasifica a los suecos a falta de una jornada para el fin de la acción en el grupo, que completa Corea del Sur, sino que anticipará la eliminación del país que conquistó del pasado Mundial. Para los críticos, la crisis ya se venía venir por la obstinación del entrenador en mantener en su once titular a jugadores que hace tiempo están lejos de su mejor momento, como Mesut Özil, Sami Khedira y Jerome Boateng.

Tras la derrota ante el Tri mexicano el 17 de junio, Löw aseguró que no se iba a tirar a la basura el plan que comenzó a ejecutar Klinsmann, pero lo cierto es que hace tiempo el equipo da muestras de no reconocerse a sí mismo.

Para dar un certero golpe de timón, hay tres opciones, la más conservadora, ratificar a sus once del debut y esperar una reacción rebelde que los absuelva de su mal partido en el Luzhniki de Moscú.

La segunda, daría un poder más ofensivo al equipo con dos movimientos en el tablero: Jonas Hector, que se perdió el debut por una gripe, en el puesto de Marvin Plattenhardt; y Marco Reus por Julian Draxler. Frente a los suecos Löw es seria duda el defensa central Mats Hummels.

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