Francia ha sufrido en las dos primeras jornadas de la Copa del Mundo ante Australia y Perú. Pero la realidad es que ha sido la única gran candidata al título que ha ganado sus primeros seis puntos en disputa. Seis de seis para los galos. Deschamps, además, logró ante Perú que Griezmann mejorase sus aportaciones gracias a alinearle junto a un delantero centro de referencia que le bajé balones, como es Giroud. Esta situación deja sin hueco a Dembelé, en baja forma.
Pero, sin duda, el elemento diferencial en estos dos primeros partidos para Francia es N'Golo Kanté, el auténtico pulmón de esta Copa del Mundo. En una Francia con centrocampistas de perfil muy físico y, en principio carente de calidad para armar fútbol en la medular, el del Chelsea se destaca. Se hinchó a robar balones en ambos duelos y completó más kilómetros que nadie. Partió en un doble pivote junto a Paul Pogba. Escoltado en el último duelo por Matuidi y por un Mbappé caído a la banda derecha del ataque galo.
Kanté fue el mejor jugador de los dos encuentros que ha disputado Francia. Además de su sarificio y su capacidad para desarmar el juego de los rivales, se destacó por su eficacia, con más del 90% de pases acertados en los dos choques. Una media de 75 toques por partido, ante Australia ha recorrido constantemente toda la zona ancha, bajando en las ayudas defensivas y contenido en la mitad del campo rival cuando los suyos se iban al ataque. Ante Perú, Kanté repitió guión pero cayó mucho más a la banda derecha, cubriendo en todo momento los huecos que dejaba Mbappé cuando caía hacia el centro para convertirse en un delantero.
Aunque este año bajó algo en el Chelsea el rendimiento espectacular de sus dos anteriores temporadas en la Premier League, Kanté mantuvo su tono habitual de robar una cantidad inhumana de balones y dar equilibrio al centro del campo del conjunto londinense. Hay que recordar que el mediocentro francés, lo más parecido a Claude Makelele que se puede ver en el fútbol actual, saltó a la fama y pasó a estar presente en las agendas de los futboleros de todo el mundo en el mágico Leicester City, que logró el milagro de ganar la Premier League 2015/16.
Por aquel entonces todos los focos estaban puestos en los goles de Jamie Vardy y en las asistencias y regates del mediapunta Riyad Mahrez, pero el técnico Claudio Ranieri sabía que su prolongación en el campo era Kanté. No hay más que ver lo que ocurrió la siguiente temporada. El francés fichó por el Chelsea y volvió a ganar la Premier siendo un hombre clave. El Leicester regresó a su lugar natural y Ranieri ni siquiera pudo acabar la temporada, despedido de mala manera antes del final de liga en uno de los actos más poco románticos que se recuerdan en la historia moderna del fútbol.
Nacido en París, Kanté tiene solo 27 años y todavía media carrera por delante, que apunta a brillante. Tras jugar dos temporadas en el modesto Boulogne, sus actuaciones le permitieron fichar por el Caen en la temporada 2013/2014. Logró el ascenso en su primer año a la Ligue 1 como un fijo absoluto en la medular, al igual que en la siguiente temporada, la primera de su vida en una máxima categoría. Fue entonces cuando Ranieri le reclamó expresamente para el Leicester City, que pagó unos 8 millones de euros para hacerse con sus servicios. Parecía una cantidad muy elevada para un centrocampista físico y desconocido. Solo permaneció un año en Leicester pero devolvió con creces el precio pagado. Fue uno de los grandes artífices del mayor milagro de la historia de la Premier League y su nombre, pase lo que pase, ya está grabado con letras de oro en la mente de todos los amantes de las gestas futbolísticas. Ahora está asentado en un gigante, el Chelsea, con todas las opciones de título abiertas en el horizonte.
En la Euro 2016 disputó cuatro encuentros y fue subcampeón. Hoy se erige, junto a Griezman y Mbappé, en el elemento central de la nueva Francia. Si logran ganar el Mundial igual las historias del entorchado logrado con el talento de Zidane den paso a las del nuevo cetro mundial conquistado gracias a un sacrificado centrocampista que siempre atiende a la hora justa a los encargos de su seleccionador.
