Dinamarca tiró de sosiego y precisión para desmontar el entusiasta regreso a un Mundial de Perú, que pagó su nula eficacia para salir con una derrota de un duelo que puede resultar crucial para lograr el acceso a la segunda fase.

Llevaba treinta y seis años Perú sin disputar un Mundial. Dinamarca, que se perdió el de Brasil 2014 pero que sí estuvo en Sudáfrica 2010, mostró a su adversario cómo se las gastan en la alta competición. En la que no basta con el coraje ni se gana solo con corazón. No anotó ni de penalti que falló Cueva.

Ricardo Gareca no innovó y mantuvo la idea que había manejado en los días previos de preparación. Fue Paolo Guerrero el damnificado. El líder del conjunto peruano comenzó en el banco, a la espera. El técnico argentino optó por la versatilidad ofensiva y el buen momento de Jefferson Farfán.

La sequía acumulada a lo largo de estos treinta y seis años al margen de los mundiales fue pura energía acumulada por los peruanos. Los hombres de Ricardo Gareca no reservaron nada. Se echaron al césped a pecho descubierto, arrinconaron a su rival y buscaron el gol con más convicción que Dinamarca. Fue el tino lo único que le faltó a Perú, ordenado y con corazón. Jefferson Farfán, la apuesta de Gareca, fue otra amenaza para Jasper Schmaichel con más faena que Pedro Gallese, que apenas tuvo que intervenir. Llovieron las ocasiones en el primer tiempo (Cueva falló un penalti) y en el segundo fue un aluvión que incomprensiblemente dejó las cosas en el 0-1 que Poulsen logró en un contragolpe. No lo merecieron los peruanos.