Suele decirse que las cosas se valoran más cuando se consiguen sufriendo, pero la realidad es que vivir situaciones como las de ayer en O Vao no son aptas para cardiacos. Sobre todo cuando el colegiado del encuentro indica cinco minutos más de tiempo añadido, y el reloj llega a los siete. El Coruxo se llevo el premio de la permanencia y seguirá un año más en la categoría, pero sufrió de lo lindo para conseguirlo y poner fin a la agonía que ha sido la presente temporada.

Jacobo Montes no modificó en esencia el esquema de la semana pasada en Mérida. Mario y Pazó se encargaban de la zona ancha de la defensa, ante la necesidad de tener dos jugadores habilidosos a la hora de frenar el juego frontal del rival. Por delante, Borja Yebra y un Antón mucho más suelto y que veía más hacia adelante que hacia atrás como ocurrió a lo largo de la temporada. En el centro del campo Mateo caía a banda, con Higón en la otra y Fer por delante, con Silva como jugadora más adelantado.

Más cambios introdujo Nafti en su planteamiento, pues jugó con tres centrales con dos carrileros muy pegados a banda y que buscaban recorrido por la banda, con dos hombres adelantados, Santi Villa y Javi Gómez, en quienes estaban depositadas todas las esperanzas de lograr gol.

El partido ofrecía multitud de planteamientos, pero al final los dos técnico optaron por lo más normal. Jacobo Montes colocó a su equipo esperando al rival en el medio campo. El objetivo claro, recuperar el balón y salir con velocidad a la contra, tal y como ocurrió hace una semana en el Romano de Mérida. Sin embargo, los emeritenses parecían más cómodos sobre el terreno de juego, tenían la posesión del balón y trataban de jugar por las bandas. Pero sin brillar, el Coruxo estaba muy bien colocado en la faceta defensiva, y lograba sacar el esférico sin demasiados apuros.

El mayor peligro de los emeritenses llegaba en jugadas a balón parado. Cada falta, o cada saque de esquina, llevaba a todos los jugadores a buscar el remate a puerta, tratando de aprovechar las dimensiones del campo de O Vao.

Los nervios pesaban demasiado en el partido. Al Coruxo le duraba muy poco el balón en los pies, permitiendo que los extremeños recuperaran el balón con mucha rapidez cortando las opciones viguesas de acercarse al área. El partido estaba en un momento en el que gol solamente podía llegar en una jugada a balón parado, y en este aspecto quien se llevaba la peor parte era el equipo vigués, que cometía una y otra falta, algo que hacían los jugadores del Mérida, conocedores de lo malo que podía ser conceder una falta muy cerca del área.

No hubo ocasiones claras durante los primeros cuarenta y cinco minutos de juego, aunque en el último minuto de la primera parte, un lanzamiento desde lejos de Santi Villa se estrelló en la cepa del poste de la portería defendida por Alberto Domínguez.

Tras el paso por el vestuario, la situación sufrió una ligera modificación. El Coruxo ajustó las marcas, y lograba no perder el balón con tanta facilidad. Fue un cambio de actitud que, posiblemente no se esperaba el cuadro emeritense, que durante los primeros minutos de juego se veía incapaz de recuperar balones y salir a la contra. Un disparo a media vuelta de Silva, en la primera jugada, fue el aviso a los rivales de que en cualquier momento podía llegar un mazazo que podría ser definitivo.

Jacobo Montes tuvo que mover el banquillo tras la lesión de Mateo, entrando un Álex Arias que continuó dándole velocidad al juego por las bandas. El tiempo pasaba, el marcador no se movía, y la humedad que había en el ambiente comenzaba a pasar factura a los dos equipos, pero en este caso el más beneficiado era el Coruxo, pues al Mérida se le acababan las idees y trataban de llegar al área con balones directos que Pazó y Mario sacaban sin excesivos apuros. A medida que se acercaba el final del encuentro, los nervios hacían aparición, pues era un momento clave. Un gol del Mérida sería muy complicado de remontar; mientras que uno del Coruxo sería definitivo. En el tiempo añadido, que llegó hasta los siete minutos, sobrevolaban los fantasmas y los miedos por O Vao, pero los verdes resistieron con enorme coraje y sellaron una salvación sufrida y merecida mientras a su alrededor se desataba la locura.