Chelsea, gracias a un solitario tanto de penalti del belga Eden Hazard, derrotó ayer por la mínima al Manchester United (1-0) y levantó en el estadio de Wembley su octava Copa de Inglaterra (FA Cup).

El conjunto del suroeste de Londres se quitó el mal sabor de boca de la derrota del año pasado -cayó 1-2 a manos del Arsenal- y consiguió salvar su decepcionante temporada, en la que empezó como campeón de la Premier League y acabó quinto clasificado, fuera de los puestos de Liga de Campeones.

La final del torneo más antiguo del mundo -se disputó la edición número 137- fue un reflejo de los entrenadores, Antonio Conte y José Mourinho, con ambos equipos blindados en defensa y centro del campo y poco lugar para la improvisación y el ataque.