El Real Madrid conquistó por tercera ocasión consecutiva el Allianz Arena, para dar un paso firme hacia la final de Kiev y la búsqueda de la tercera corona consecutiva, tras superar momentos de sufrimiento ante el empuje del Bayern pero acabar resurgiendo con la pegada de Marcelo y Marco Asensio.

Las bestias negras son cosas del pasado para un Real Madrid que domina el fútbol europeo y ya es leyenda tras ser el primero en conquistar dos Ligas de Campeones consecutivas y tres de las cuatro últimas ediciones. El presente lo marca un gen ganador, una pausa en los malos momentos y el convencimiento de estar capacitados para dar la vuelta a cualquier situación que se le presente. Volvió a ocurrir en el minuto 93 ante el Juventus en cuartos y cuando peor pintaban las cosas en un Allianz Arena encendido.

El Bayern, dominador total del fútbol alemán donde no encuentra rival, salió con ganas de revancha ante su último verdugo. El duelo de colosos y favoritos al título arrancaba con un ritmo endiablado que impedía ejecutar la idea inicial de Zinedine Zidane. La ausencia de Alaba era un factor a explotar que le hizo decidirse. El intocable Benzema al banquillo. El Real Madrid jugaría con un solo punta y Lucas Vázquez buscando las cosquillas a un lateral cambiado de banda como Rafinha en la solución de urgencia de Heynckes.

El plan de Heynckes de atacar con extremos se modificaba con la entrada de Thiago, sin embargo su presencia le daba el balón. Junto a James, con ganas enormes de demostrar a Zidane que se equivocó, pusieron el criterio al juego y encontraron espacios a la espalda de Casemiro.

Al Bayern le sobra corazón y de la nada saca goles. Mientras Cristiano Ronaldo se instalaba en la soledad en un 1-4-5-1 que le restaba protagonismo, Lewandowski era un incordio continuo a los centrales, James le metía peligro con rosca a cada acción a balón parado y Rafinha chutaba a puerta por primera vez a los 19 minutos. El Real Madrid solo jugaba en largo y directo. Alejado de su identidad.

Fue cuando llegó el golpe en los instantes en los que los de Zidane comenzaban a tener la posesión y Carvajal probaba a Ulreich. La primera subida de Marcelo dejó metros a su espalda que devoró Kimmich. Encontró el error de Keylor Navas, el segundo grave consecutivo tras el tercer tanto de la Juve en el Bernabéu, y adelantó al Bayern. El portero tico se anticipó esperando un centro y cuando vio que era un disparo centrado reaccionó tarde.

Llegaron momentos de duda en los que supo sufrir el Real Madrid y perdonó el Bayern, especialmente Ribery cuando completamente solo controló mal y no definió ante la salida de Keylor. Fue cuando llegó el tanto del respiro. Confiado siempre en sus posibilidades, de un centro que cayó del cielo de Lucas Vázquez, apareció la zurda de Marcelo, que a un minuto del final del primer acto ponía el empate enganchando un disparo cruzado inalcanzable para el portero germano.

El Allianz era terreno conquistado recientemente y los jugadores madridistas sabían como volver a hacerlo. El tanto les permitía defender bien y golpear al contragolpe. Para eso recuperaba el equilibrio Zidane con un cambio en el descanso. Isco, con molestias en un hombro, dejaba paso a Marco Asensio y a un 1-4-4-2 en el que el Real Madrid recuperó credenciales.

Fue una segunda parte en la que Ribery hizo todo lo posible por ser el héroe del partido pero Asensio le arrebató el protagonismo. El extremo francés hizo diabluras desde el costado izquierdo. Cuando se esperaba el aluvión del Bayern llegó un regalo que decide un gran partido. El error de Rafinha marcó el duelo en una salida de balón, con su equipo volcado y dando el pase a Asensio. Corrió con velocidad junto a su socio Lucas Vázquez y la asistencia la mandó a la red con tranquilidad y un disparo cruzado. El Real Madrid ya había golpeado de nuevo.

Le restaba poco más de media hora de dejarse el alma defendiendo ante un Bayern con más corazón que cabeza, que nunca se dio por vencido. Keylor se quitaba la espina con una gran parada de reflejos a Ribery. Y le sacaba otra con rodilla en tierra. Recuperaba la confianza perdida y volvía dar seguridad a su equipo.