"Si miramos a los hechos y no a los sueños, es muy buen comienzo". Lo decía Fernando Alonso en la previa del GP de China y tras haber sido quinto en Australia y séptimo en Bahrein. Ahora, tras otro séptimo puesto en Shanghai después de haber partido desde la decimotercera plaza de la parrilla, repitiendo así exactamente lo ocurrido la semana anterior en Sakir, el comienzo no sólo es muy bueno sino que invita también a soñar. Si McLaren, como ha prometido, va a presentar su gran paquete de mejoras para el Gran Premio de España, el 13 de mayo; si consiguen dar un paso al frente en las clasificatorias manteniendo la fiabilidad exhibida en las carreras, el podio dejará de ser una quimera.

Y es que Fernando Alonso volvió a sacarse ayer de la chistera una séptima plaza impensable de salida. Como magia hizo en sus adelantamientos el australiano Ricciardo con su Red Bull para ganar la carrera por delante del Mercedes de Bottas y del Ferrari de Raikkonen, firmando así los tres un podio inédito en la historia del "Circo". Una victoria gestada en el puente de mando de la escudería energética cuando aprovecharon el coche de seguridad provocado por los Toro Rosso (vuelta 31 de las 56 de carrera) para cambiar la estrategia y dar caza a un Bottas que de lo contrario hubiera sido el ganador.

En la victoria de Ricciardo, genial en sus pasadas sobre Hamilton (giro 40) Vettel (42) y Bottas (45), también tuvo una parte considerable de importancia el nuevo despropósito protagonizado por su compañero Verstappen. Lo suyo dejan ya de ser justificables pecados de juventud, de ímpetu, de ganas de hacerse un hueco entre los mejores. Lo tiene ganado hace tiempo, desde que con 18 años se imponía en el GP de España de 2016, y hace tiempo también que está dilapidando su crédito. Ayer primero protagonizó un toque con el Mercedes de Hamilton tras reiniciarse la carrera (giro 34) cuando peleaban por la tercera plaza, lo que permitió a Ricciardo no sólo superar a su compañero de equipo sino colocarse al rebufo del inglés, para rematar su carrera de despropósitos emburriando a Vettel en la vuelta 44, arruinando no sólo las opciones de podio del piloto de Ferrari sino dañando la estructura del cavallino del alemán, a quien Alonso clavaba el rejón final de fuego en la penúltima vuelta cuando le arrebataba la séptima plaza en otro adelantamiento de libro. Incluso Carlos Sainz, noveno al final con su Renault, estuvo a punto de dar otro susto al tetracampeón alemán.

El despropósito de "Hannibal" Verstappen tuvo una mínima sanción de 10 segundos por parte de los jueces, muy poco castigo en comparación al daño causado. Al holandés únicamente le supuso caer de la cuarta a la quinta plaza (2 puntos) cuando a Vettel, que era tercero antes del incidente y finalizó octavo, quién sabe si le puede costar una corona. La sanción de Verstappen al único que benefició fue a Hamilton, que pasó así de la quinta posición en la que cruzó la línea de meta a la cuarta.

Ricciardo, quinto en la parrilla y que logró la sexta victoria de su carrera, y Alonso, que ganaba otras seis plazas en la pista de Shanghai como ya hiciera en la de Sakir -dos carreras inmaculadas de la primera a la última curva, sacando puntos de la nada- fueron los grandes protagonistas en positivo de una tercera cita del año que, además de Verstappen, tuvo a los Toro Rosso como los chicos malos de la película. La pelea entre el británico Hartley y el francés Gasly en la cola del pelotón tuvo como punto culminante el toque de ambos en la vuelta 30 que obligó a salir al coche de seguridad tras dejar la pista sembrada de trozos de sus chasis. Hartley terminó retirándose y Gasly finalizaba decimoctavo, arrastrando al Toro Rosso-Honda de nuevo al precipicio.

Vettel, pese a todos los percances, mantiene el liderato pero ahora con únicamente 9 puntos de ventaja sobre Hamilton, con Bottas y Ricciardo subiéndoseles por la chepa. Siguiente parada, Azerbaiyán el 29 de abril; un circuito urbano y ratonero que abre la puerta a que el sueño de Alonso siga en vigor a la espera de las anunciadas mejoras para Montmeló.