El derbi de menor trascendencia de la última década dejó un bonito duelo de fútbol, repleto de orgullo entre dos estilos opuestos, en el que Jan Oblak frustró la voluntad del Real Madrid y Griezmann premió la inteligencia del Atlético que aumenta a seis años sin perder en Liga en el Bernabéu. El empate favorece al Barcelona en su objetivo de conquistar la Liga lo antes posible.

Era un duelo fuera del foco de la presión y esa liberación impulsó a un derbi más vistoso y trepidante. El Real Madrid, con más horas de descanso tras el desgaste europeo de ambos, apostaba por imprimir un ritmo alto de juego desde el inicio, con una apuesta clara de Zinedine Zidane por extremos y la busca de superioridad en bandas con subidas de laterales o la libertad de movimiento de Bale. El Atlético se defendió, intentó mantener el orden y se dosificó. El momento de intentar golpear ya le llegaría.

El Atlético buscaba soluciones defensivas al nuevo guión de Zidane. En este derbi la lucha no se focalizaba en la zona de máquinas, el centro del campo, se desviaba a las bandas donde los laterales madridistas se instalaban en terreno contrario y residían dos jugadores eléctricos como Vázquez y Asensio.

Tras el Camp Nou, donde el Atlético falló en el momento de presentar su candidatura al título, el Santiago Bernabéu era un examen donde debía demostrar. Comenzó a hacerlo pasado el ecuador del primer acto. Con la confianza que da tener a Oblak, que sacaba otra a Varane a bocajarro, adelantó la línea de presión y comenzó a incomodar al Real Madrid.

Fue cuando llegó la mejor ocasión rojiblanca del primer acto. Koke dejaba solo a Diego Costa, escorado, que controlaba mal y culminaba peor. La mano abajo, en el disparo al palo del portero, evitaba el tanto.

Ante el dominio rival pocos equipos tienen una reacción más temida con metros para correr que el Real Madrid. Marcelo aumenta la velocidad y su intento lo frenó la madera, la misma cruceta, antes de que Oblak cerrase su exhibición con una gran parada a Carvajal.

El plan de Zidane estaba al descubierto y Simeone ajustó piezas en el descanso. El Atlético arrancó el segundo acto en su terreno pero cómodo. Su único despiste llegó a los 53 minutos cuando Bale con metros para correr superó a Juanfran y su centro lo enganchó de derecha Cristiano a la red. Era el gol 500 en Liga de la historia de los derbis, el décimo partido consecutivo marcando del astro portugués.

El gol hizo sentir tener los deberes hechos al Real Madrid. Se desconectó de golpe y el Atlético dio un paso al frente. Vitolo hizo daño a la espalda de Marcelo. Keylor salvaba la primera al balón picado de Saúl, respondía en la segunda abajo ante Vitolo pero en su rechace nada podía hacer para que Griezmann marcase a placer.

En dos minutos el derbi pudo caer del lado del Atlético que pasó a dominar la medular con Thomas omnipresente, Saúl y Koke liberados. Keylor lo evitaba, salvador ante Vitolo, antes de que los cambios mostraron la trascendencia que tenía el derbi. El primero madridista sentó a Cristiano, algo inaudito; el rojiblanco sentó a un peligro constante como Diego Costa.

Extrañó especialmente el de Zidane, con la eliminatoria ante el Juventus vista para la sentencia, renunció a su mejor rematador en vez de ubicar a Bale en banda izquierda y retirar a Asensio. Metió primero a Benzema. El siguiente paso en el cambio del plan trazado era Isco y Modric.

La voluntad por vencer fue madridista. Sin precisión en los últimos metros, acelerado. La sensación de poder ganar fue atlética. Saúl, con tiempo para pensar y metros para correr, frenó y chutó ajustado al palo. Los intentos madridistas tras remate de cabeza cruzado de Bale y disparo de Modric, no podían acabar de otra manera que ante una parada brillante de Oblak. Voló a la falta a la escuadra de Ramos, que en su cabeza tuvo, como no en el añadido, el balón del triunfo. Nada pudo mover un empate con el que gana el Barcelona.