El Coruxo logró un nuevo triunfo que le permite seguir fuera de los puestos de descenso de categoría, aunque con una mínima ventaja sobre el puesto de play out de permanencia.

Fue una victoria costosa, sufrida, ante un equipo que arriesgó muy poco y que solamente buscó con ahínco la portería viguesa cuando se vio por detrás en el marcador. Ni cuando se quedó con superioridad numérica tras la expulsión de Campillo quisieron ir a por el gol. Era como si el empate le fuera botín más que suficiente.

El Coruxo empezó serio, tomó el mando del partido y fue quien quiso poner el fútbol sobre el césped de O Vao, aunque le costaba demasiado llegar a las inmediaciones del área defendida por David de las Heras. Higón, uno de los mejores del partido, pudo romper la igualada inicial a los pocos minutos, cuando estrelló el balón en el lateral de la red tras una buena jugada.

El peligro del cuadro vigués llegaba por la banda derecha. Higón era un estilete por esa banda y el que generaba mayor peligro, pero Silva no tuvo ayer su día y no era capaz de generar peligro ante una defensa madrileña que no se cortaba a la hora de sacar el peligro de su área.

Sin embargo, al Coruxo le resultaba más sencillo recuperar el balón, ya que los jugadores del Adarve tenían muchos problemas para moverlo cuando tenían cerca a un jugador vigués. Fue una ventaja que los jugadores del Coruxo no supieron aprovechar, aunque no era menos cierto que tal y como estaban las cosas tampoco era cuestión de arriesgar, dada la forma en la que se desarrollaba el encuentro y un gol en contra podía ser un handicap demasiado serio e importante para poder remontar en el resto del choque.

La mejor ocasión de los vigueses llegó mediado el periodo, cuando Mateo conectó un potente disparo desde la frontal del área del Adarve, que despejó De las Heras con muchos apuros.

El paso por el vestuario invitó a la reflexión de una primera parte en donde el Coruxo dominó y tuvo el balón, pero que no hizo la presión suficiente como para poner en apuros al conjunto madrileño.

En la segunda parte Rafa Sáez modificó el dibujo táctico del equipo. Le dio permiso al capitán Antón de Vicente para que jugara más ofensivo que defensivo, y eso es algo que el equipo agradece, ya que en ese momento Antón encuentra a Mateo y se crea una conexión mágica. Ayer, además, esa conexión tuvo una prolongación, al aparecer Higón en banda. De hecho, Mateo e Higón fueron los protagonistas de la jugada que acabó en el penalti que transformó el capitán Antón de Vicente, que celebraba el tanto señalando al escudo en su celebración.

Un gol que sirvió para apagar la señal de alarma que se encendió quince minutos antes, cuando Campillo comete una falta innecesaria y ve la tarjeta roja. Una expulsión que trastocó los planes de Rafa Sáez, que pensaba un primer cambio más ofensivo, pero que tuvo que recular metiendo a Pazó en el centro de la defensa.

El Adarve despertó de su letargo, y se dio cuenta de que tal y como estaban jugando no iban a ninguna parte. El técnico refrescó la línea de creación, pero los vigueses estuvieron ayer muy bien en el trabajo defensivo, consiguiendo cortar todas las acometidas de los madrileños, que se quedaban sin tiempo para lograr un tanto que le diera un empate que, a tenor de lo sucedido sobre el terreno de juego, sería injusto, ya que el único que quiso ganar fue el Coruxo.