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El viaje de Mari y Naohiro hacia el sol poniente

Amimoto y Murakami, amigos de Cronau, confían en superar los obstáculos burocráticos para jugar en el Amfiv la próxima temporada

De pie, Mari Amimoto y Agustín Alejos; en silla, Shelley Cronau y Naohiro Murakami, en Samil. // R. Grobas

Mari Amimoto, una de las mejores baloncestistas en silla del mundo, y Naohiro Murakami, internacional con Japón, naturales de donde nace el sol, viajan en su persecución. Mari es amiga de Shelley Cronau, jugadora del Amfiv. Los nipones pasan unos días en Vigo junto a Cronau y Agustín Alejos, pareja sentimental y deportiva de la australiana. Aprovechan un receso en su temporada con el Koln 79ers en el que militan. A Mari y Nao le gustaría vestir la próxima temporada la casaca del Amfiv. Una operación más que interesante para el club vigués. Financiación y burocracia se combinan o alternan para obstaculizarlo. Los cuatro charlan sobre posibles vías de solución mientras contemplan el ocaso en Samil.

Mari Amimoto, de 29 años, sufre una malformación congénita en el tobillo. Naohiro Murakami vio la luz con una dolencia similar a la espina bífida. Tener una discapacidad no te condena en Japón a una vida tan compleja como en otras latitudes. "Yo he ido a jugar torneos cada año a Osaka, que es la localidad natal de Mari. Y es de los mejores países. Tienes el apoyo del gobierno, de la gente", describe Shelley Cronau.

Mari y Shelley se conocieron en 2012 en Australia. Mari quería perfeccionar su juego. Shelley preparaba los Juegos Paralímpicos con su selección en Melbourne. Vivieron y se entrenaron juntas. Surgió la amistad. Mari ficharía después por el Queensland Comets, equipo de Shelley. La ha visitado en Brisbane una vez al año.

Su relación no ha impedido que se hayan enfrentado con fiereza en numerosas ocasiones. Las selecciones femeninas de Japón y Australia suelen jugarse la plaza para los torneos mundiales que China deja libre en esa zona de clasificación que funde a Asia y Oceanía conocida como Asianía. "Le pego mucho y ella me tira al suelo todo el rato", reconoce la corajuda "aussie".

Mari es un punto 4,5 en valoración (en las competiciones mixtas se le resta 2 puntos). Suele moverne en situaciones exteriores, con mucho manejo de balón. "Es un top 5 mundial", cataloga Agustín Alejos y Shelley aún se lo mejora: "Es un top 3". A Naohiro Murakami lo acaban de conocer a nivel personal. Pero Agustín sí se ha enfrentando a él en los Juegos de Río y el año pasado en el torneo internacional de Semana Santa que se celebra en México. Intercambiando anécdotas, datos y fechas, el vigués también ha descubierto que, sin recordarlos, se había enfrentado a Mari y Nao en una competición de selecciones júniors, en 2009.

Los japoneses llevan dos temporadas jugando en el 79ers, equipo de Colonia que pertenece a la Bundesliga 1. La campaña ha resultado extraña. Acaban de descender. Sin embargo, disputarán dentro de un mes competición europea. Entre tanto, mientras en la liga alemana se dirimen los play offs por el título, disfrutan de tres semanas de descanso. Llegaron el lunes a Vigo y estarán hasta el sábado. Luego harán una visita a casa. Para no entumecerse, se ejercitan estos días con el Amfiv, donde han mostrado su nivel además de posibilitar que César Iglesias pueda ensayar situaciones de cinco contra cinco. "Han sido los mejores entrenamientos de todo el año", reconoce Alejos. Sesiones desde luego cosmopolitas: Iglesias ha tenido a sus órdenes dos mexicanos, un argentino, un holandés, una australiana, un guineano y dos japoneses.

Ya las primeras horas de estancia le han valido a Mari para confirmar la excelente descripción que Shelley le había realizado de Vigo. "Me encanta la ciudad", asegura la nipona, que nunca había estado en España. El embelesamiento la reafirma en su voluntad, compartida con Nao, de fichar por el Amfiv. Refuerzos que serían valiosos para el Amfiv y de efectos encadenados. Los cotizados Alejos y Cronau siempre reciben buenas ofertas. "La idea es quedarse un anito más y echar una mano. El equipo necesita gente y lo está pasando mal". La llegada de Mari y Nao consolidaría esa decisión. "Le he dicho a Chechu (Beiro, el presidente) que si vienen ellos, me quedo. Y si yo me quedo, Agustín tiene que quedarse", razona Shelley, que concluye sonriendo: "Soy la jugadora más importante del equipo".

Pero aunque coincidan intereses y deseos, la operación no resulta sencilla. Al Amfiv se le acaban los ahorros. La financiación solo le alcanza para competir hasta el final de la próxima campaña. Urge el soporte de un patrocinador. Un cambio en la reglamentación encarece o enreda el proceso. Antes, los jugadores extranjeros aterrizaban con un permiso de turista, que luego intentaban renovar a la vuelta de las vacaciones de Navidad. Ahora la Federación exige un visado de larga duración. Mari y Nao necesitarían un contrato de trabajo. Eso le supondría al club un coste mínimo de 900 euros mensuales por cabeza (650 del salario mínimo interprofesional más impuestos).

Existen otras alternativas para lograr el visado: realizar estudios o garantizar que tienen al menos 2.000 euros en el banco durante cada uno de los meses que residan en España. Un requisito que se ha estipulado para impedir que puedan instalarse en el país desocupados que luego se dediquen a la mendicidad o algún tipo de actividad ilícita. Pero que curiosamente es mucho menos exigente en Alemania, donde solo deben garantizar esa cifra de 2.000 euros para toda su estancia.

Aunque queda tiempo por delante, la complejidad del asunto invita a estudiar su viabilidad lo antes posible. "Esperemos que sea antes del verano", anhela Agustín Alejos. Mari y Nao asienten mientras contemplan cómo el sol, al que ven despertar en Japón, se acuesta sobre el lomo de las Cíes.

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