Remodelación en el Rápido de Bouzas. La directiva adquiere un perfil más gestor. Un cambio necesario para afrontar los retos de Segunda División B. El ascenso llegó por sorpresa, contra pronóstico. Construir una plantilla competitiva a toda velocidad obligó a tomar ciertas decisiones que ahora en parte se desandan. El Rápido se ha liberado de su compromiso con un grupo peruano de empresarios que financió el inicio de la aventura.

Cuenta el presidente del Rápido, Manuel Pedro Seoane, que cuando el partido definitivo del play off en Peralada concluyó se quedó mirando al campo, en silencio, cariacontecido. El milagro se había producido. Y a Seoane, más que alegría, se le había avalanzado encima la aritmética de lo que el ascenso suponía. Tan abrumado se le vio que fue el presidente del club catalán, el favorito derrotado, el que se acercó a consolarlo en una paradójica inversión de papeles.

Era el 25 de junio. La primera temporada en Segunda B del Rápido en toda su historia iba a comenzar el 19 de agosto. El salto desde Tercera implicaba pasar de una categoría amateur a otra semiprofesional. Pronto se supo que Patxi Salinas no seguiría como entrenador. La reconversión de la plantilla debía ser profunda. Se necesitaba, sobre todo dinero.

Seoane y sus compañeros de directiva tantearon varias alternativas. Otras les llegaron en unos días en que el teléfono no paraba de sonar. Se plantearon ejercer como filial o equipo vinculado de algún club de Primera o Segunda, pero esa vía no cuajó. Y al fin alcanzaron un acuerdo con un grupo de empresarios peruanos que habían conocido a través de un intermediario vigués. Los peruanos pondrían dinero. A cambio, tendrían algunas fichas disponibles en el primer equipo para probar a jugadores andinos, cuyos derechos federativos compartirían con los boucenses.

La marcha deportiva del Rápido ha sorprendido a los más optimistas. El equipo aurinegro es cuarto, en puestos de play off de ascenso. Casi ya tiene los puntos necesarios para la permanencia y cerca su presencia en la próxima Copa del Rey (que disputan los cinco primeros de cada grupo, descontando filiales). Sin embargo, la vinculación entre el Rápido y el grupo empresarial peruano no ha resultado fructífera. El nivel de los jugadores que han llegado no satisfacía al cuerpo técnico. Los empresarios urgían a iniciar la conversión del club en sociedad anónima deportiva, proceso que la directiva ha decidido aparcar tras consultar con las fuerzas vivas boucenses. "Si se hace, será al ritmo que marquemos nosotros y nuestros socios", explica Seoane. El divorcio se ha producido de manera amistosa. La directiva ha pagado en dos plazos los 120.000 euros necesarios para romper la vinculación. El Rápido ha recuperado la autonomía total.

Volver a caminar solo implica ciertas exigencias en un club que ha pasado de un presupuesto mensual de 30.000 euros en Tercera al actual de 80.000 y que ahora tiene más de 30 personas dadas de alta en la Seguridad Social. De ahí la reforma de una directiva en la que varios miembros han participado en una emisión de obligaciones.

Al consejo se incorporan África Seoane, Laura Vázquez y Zulema Prado, que ejecerá como vicepresidenta institucional. Se queda como vicepresidente deportivo Julio Vázquez, que llegó al club como abogado del grupo peruano. Prosiguen Manuel Seoane (presidente), Carlos Moreno (secretario), Alberto Cabaleiro (contador), Juan Manuel Portas (tesorero), Carlos Sande (vicepresidente institucional), Jacobo Saénz-Díez, Manuel Iglesias y Alfredo Iglesias. Anteriores directivos se integran en el staff, compuesto por Alex Martínez (director deportivo), Adrián Abalo (director de fútbol base), Borja Rodríguez (director de la escuela de fútbol), Vicente Alonso, María Isabel Fernández (seguridad y control) y Manuel Veleiro (cafetería y cantina). Seoane considera haber establecido así las bases para "un proyecto con futuro y muy serio".