La Federación de Fútbol italiana (FIGC) se reunirá hoy para analizar el fracaso de la selección en la clasificación para el Mundial 2018. "Estamos profundamente dolidos y decepcionados. Es una derrota deportiva que necesita una solución compartida", asegura el presidente del organismo, Carlo Tavecchio. "Por eso he convocado una reunión con todos los representantes de la Federación para hacer un análisis profundo y tomar decisiones para el futuro", agregó. Italia solo había faltado en el Mundial de 1930, cuando no se inscribió pese a estar invitada, y en el de Suecia 1958.

El fracaso pone en duda la continuidad de toda la cúpula de la FIGC, incluido el mismo presidente Tavecchio y el seleccionador Gian Piero Ventura. Tras el empate 0-0 del lunes en la vuelta de la repesca contra Suecia, que supuso la eliminación de los "azzurri" tras el 0-1 de la ida, el entrenador se limitó en declarar que todavía no ha decidido si dimitirá o no de su cargo. Ventura dirige la selección italiana desde julio de 2016 y la FIGC decidió el pasado agosto renovar su contrato hasta 2020, al prolongar dos años el acuerdo inicial.

Un ciclo que llegó a su fisiológico fin, un entrenador inexperto para gestionar una selección ambiciosa y la falta de jóvenes de calidad y personalidad han sido las principales causas de la fallida clasificación de Italia al Mundial de 2018. Cuando el colegiado español Mateu Lahoz pitó el final del duelo de vuelta, el fútbol "azzurro" vio cómo sus peores pesadillas se hacían realidad y sufría uno de los mayores fracasos de su historia.

En el espacio de pocos minutos tres pilares del equipo, Gianluigi Buffon, Daniele De Rossi y Andrea Barzagli, anunciaban su retirada de la selección y ponían fin a una época que tuvo su cumbre con el cuarto título mundial ganado en Alemania 2006 contra Francia. Esos tres futbolistas eran los únicos que habían vivido la noche del Olympiastadion de Berlín y, tras más de una década vistiendo la camiseta "azzurra", entre grandes éxitos y amargas decepciones, dan paso a una nueva generación. La última competición disputada por estos jugadores fue la Eurocopa de 2016, cuando el equipo entonces entrenado por Antonio Conte llegó hasta los cuartos de final, en los que perdió en la tanda de penaltis contra la Alemania.

Tras la despedida de Conte, que fichó por el Chelsea después de ese Europeo, la Federación de Fútbol italiana decidió apostar por Gian Piero Ventura, con el deseo de que éste liderara un proceso de cambio generacional. El presidente de la FIGC, Carlo Tavecchio, eligió a Ventura por el trabajo realizado en el Torino, en el que logró clasificarse para la Liga Europa y lanzar a algunos jugadores de buen potencial.

Sin embargo, el salto del Torino, con glorioso pasado pero actualmente de nivel medio, a la selección fue inclemente con Ventura, que nunca logró ser aceptado por el entorno y sus propios jugadores. El entrenador genovés tampoco supo imponer su liderazgo en el vestuario ni dar una idea de juego concreta a un grupo de jugadores que nunca se convirtió definitivamente en un auténtico equipo.

Y los duelos de la repesca contra Suecia dieron pruebas evidentes de estas carencias. En la ida, Italia sufrió mucho para construir ocasiones de gol y los cambios de Ventura generaron aún más confusión. La imagen que se queda en la memoria es la de Insigne que, tras saltar al campo en la reanudación, conversa durante varios segundos con el banquillo sin terminar de entender en qué posición debe situarse.

Otro momento impactante se vivió el lunes en el partido de vuelta: con el 0-0 en el marcador tras más de 60 minutos, Ventura pidió al medio defensivo De Rossi que empezara a calentar y éste se negó con fuerza, expresando el deseo de que entrara un delantero. Al final, terminó saltando al campo el joven Federico Bernardeschi, de 23 años, aunque su impacto en el partido no dio los resultados deseados.

La falta de jóvenes de personalidad es otro de los grandes problemas con los que tiene que convivir Italia en los últimos años. La gran mayoría de los nuevos talentos todavía no ha logrado acercarse al nivel de los denominados "senatori", los hombres de más experiencia del vestuario. Es el caso, entre otros, del centrocampista del París Saint Germain Marco Verratti, que, pese a tener una preparación técnica de altísimo nivel, sigue mostrando graves dificultades en el momento de tomar el mando.

Y es que, pese a que haya clubes italianos que logran competir casi a la par con los grandes de Europa, como el Juventus o el Nápoles, son muy pocos los jóvenes jugadores transalpinos que cuentan con plazas de titulares. El único joven que tiene protagonismo en el Juventus es el defensa Daniele Rugani, mientras que solo dos de los titulares del Nápoles son italianos: Jorge Frello Jorginho e Insigne. Todos estos son los principales factores que han provocado la debacle de una Italia que nunca ha estado tan lejos de una selección que contaba con el respeto y la admiración del mundo.