Es el relato más repetido del día en tierras helvéticas. Minuto 91. Suiza, aunque superior, ha sido incapaz de clausurar la eliminatoria. Irlanda del Norte busca el gol que la iguale. Brunt centra desde la izquierda, el balón vuelva hacia el segundo palo, el portero Sommer calcula mal en su salto y Jonny Evans cabecea a meta. Solo Ricardo Rodríguez se interpone entre la esperanza y la desgracia. El jugador de las tres nacionalidades despeja de forma acrobática.

La prensa deportiva y generalista suiza, aunque alejada de la grandilocuencia española, corona como gran protagonista a Ricardo Rodríguez en sus diversos idiomas. En francés, en Le Matin: "Suiza puede agradecérselo". En alemán, en el 20 Minuten, que une el penalti marcado en la ida y el despeje providencial de la vuelta: "Héroe por partida doble". Para el Neue Zürcher Zeitung, "Ricardo Rodríguez mantuvo a Suiza en el camino". El Berber Zeitung lo nombra "ganador de partidos". En minipeople.club lo dibujan con aureola.

En Rodríguez se condensa la multietnicidad de la selección suiza. Su actuación se jalea en Basilea, la festejan sus primos en Vigo y hasta provoca un ápice de alegría al otro lado del planeta. "Al menos un chileno irá al Mundial", escribe un aficionado de la Roja sudamericana. Todos los medios de comunicación del país andino se acuerdan de mencionar que Ricardo es hijo de una compatriota, Marcela Araya. Lo dulce se mezcla con lo amargo. El Schweizer Illustrierte recuerda que ayer se cumplía el segundo aniversario del fallecimiento de Marcela. "Mamita de mi vida, mi mayor modelo", le escribió Ricardo Rodríguez.

El crisol suizo quiere exhibirse en su plenitud en el Mundial de Rusia. En la mejor generación de futbolistas del país desde aquella de Chapuisat, Knup, Sutter o Sforza, a la que la España de Clemente frenó en el Mundial de 1994, coinciden varios de los campeones mundiales sub 17 de 2009. Una plantilla plagada de hijos de la emigración: Xhaka, Akanji, Zakaria, Embolo, Fernandes, Burki, Gavranovic, Dzemaili, Shaqiri, Seferovic... Un mensaje poderoso de integración en tiempos difíciles.

Ricardo Rodríguez es a sus 25 años uno de los valores más efervescentes; un lateral sólido que puede adaptarse a la medular, con recorrido y excepcional golpeo de zurda, criado en el Zürich y pulido en el Wolfsburgo antes de su salto al Milan. Durante su juventud mantuvo abiertas sus opciones internacionales. Ni España ni Chile se interesaron. Suiza, como reclamaba Le Matin, se lo agradece.