Norm Maxwell siempre quiere construir lazos fraternales en la plantilla. Algunos le vienen dados por la genética. Tres parejas de hermanos están a sus órdenes en la plantilla sénior: Santiago y Valentín Gutiérrez y junto a ellos, los mellizos Javier y Miguel Abadía y Carlos y Diego Davila.

Los Gutiérrez Bonifato abrieron el camino a esta coincidencia actual. Ellos mismos siguen la senda abierta por sus primos Nacho y Alejandro Gutiérrez Muller, de origen argentino -llegaron en la adolescencia- y que también militaron en el XV del Olivo antes de mudarse a escuadras más poderosas. Valentín (25 años) y Santiago (22), más jóvenes y ya nacidos en Galicia, los imitaron en el amor al oval. Criados en las categorías inferiores del Vigo R.C. los defensores se alejaron del deporte durante un tiempo por estudio y trabajo -el mayor es fisioterapeuta; el pequeño, enfermero-. Regresaron al club hace un par de campañas.

Miguel Abadía (26) debutó en la anterior jornada con la casaca olívica. Hasta su mudanza a Vigo este otoño el tres cuartos había dividido su carrera entre su Ejea natal y Tarazona, como su mellizo. Pero Javier abandonó antes su predio aragonés. El tercera línea fichó por el Kaleido hace ya ocho años, en tiempos de División de Honor y es una de las figuras indiscutibles del club.

Carlos y Diego Davila, igualmente mellizos, acaban de sobrepasar los 18 años. Son la avanzadilla del desembarco en el vestuario sénior de esas camadas que han aprendido a jugar a rugby desde corta edad y lo practican con la consiguiente naturalidad. A Diego lo ve Maxwell ideal como "fullback", justo la demarcación con la que sueña Carlos y de las pocas en las que el técnico neozelandés no lo ha probado ni piensa, en principio. Es la única frontera que los separa. A su generación encomienda su futuro la entidad.