Es uno y trino: David López Veleiro (Salceda, 12-4-1980) en carnet y ficha, Veleiro como apodo en la cancha y David Amor en el escenario. Los años le han ido ampliando el currículo: monologuista, presentador, actor, modelo... siempre, bajo los disfraces, jugador de balonmano, que fue su pasión primera. David ha fichado por el Octavio Construcciones Castro. Esa casaca roja es quizás su última. "Es un club histórico y supone una responsabilidad", asume.

David, aunque de formación balonmanística tardía, apuntaba a figura cuando se proclamó campeón mundial con la selección española júnior, en una camada que compartía con Raúl Entrerríos o Iker Romero. Aquel chico de 1.93 y manos inmensas soñaba con imitar los bombazos de su idolatrado Yakimovich. O con aprender a entender el juego como Fran González, un maestro próximo. Una lesión entorpeció su progresión. Afincado en Pontevedra, llegó a jugar en Asobal con el Teucro, su club natal, pero pronto la farándula se le interpuso como alternativa a un balonmano en profunda crisis económica: O Rei da Comedia, Supermartes, O Programón, Supermaster y ya el salto a las cadenas nacionales con El Club del Chiste o Gym Tony. Y entre rodaje y rodaje, actuaciones o posados.

Pese a esta complicada agenda profesional, David se las ha arreglado para mantenerse vinculado al balonmano. Ya que la falta de dedicación le impedía aspirar a categorías más altas, se ha estabilizado en Primera Nacional, con frecuentes mudanzas: Xiria, Cisne, Novás, Bueu, SAR... "El balonmano siempre ha sido una motivación para mí", explica. "Me sirve para mantener vínculos con algo que he hecho gran parte de mi vida. Trato de apoyar y dar difusión a un deporte que me ha dado tanto y que me parece espectacular".

El pontevedrés sentía que ya le estaba llegando el final. Le quedaban, sin embargo, algunos deseos que cumplir y uno era jugar a las órdenes de Modesto Augusto. Así que la llamada del legendario técnico ha modificado sus planes. "Fue una suma de factores. Aunque pensaba en retirarme oficialmente, siempre había querido jugar con él. Y a partir de ahí, todo hecho", relata.

David ya ha debutado con el Octavio. Fue en la segunda jornada, en la derrota por 23-33 ante el Xiria. Anotó dos goles además de desempeñarse en defensa, que es más su especialidad. De los siguientes compromisos ha tenido que ausentarse por sus compromisos laborales. Un día está en Colombia y al siguiente amanece en Barcelona. Augusto conocía sus condiciones y las ha aceptado, igual que la plantilla. "Es complicado para mí", describe el jugador. "De ahí un poco también la retirada, por no poder dedicarle todo el tiempo que necesita. Pero me he encontrado un gran vestuario y el ambiente me está ayudando a tener ilusión. Noto las facilidades que me dan y que todos tienen claro que sumaré en lo poquito que pueda".

Asegura que no sufre fricciones en la colusión entre sus distintos roles. Si acaso algún espectador o rival comenta algo de su vertiente artística, lo encaja: "Siempre hay cosas. Pero creo que más desde el cachondeo que desde la maldad".

El Octavio Construcciones Castro actual se ha concebido como una criatura híbrida, con chavalada de la cantera y veteranísimos financiados por el patrocinador. Un nuevo proyecto que ha arrancado con dos victorias y dos derrotas. David se muestra optimista: "La ilusión sería estar luchando por los puestos de arriba hasta el final. Aún tenemos que asentarnos como plantilla. Yo creo que será un buen año".

Se supone además que a la conclusión de la temporada le bajará el telón a esta faceta de su vida. Lo hará, si sucede, con su devoción por el balonmano intacta, pero también dolido por su estado actual, que él ha sufrido en sus carnes y sus impagos. "Si digo todo lo que pienso, no creo que fuese a hacer muchos amigos ¿Presidentes de federación a los que lo único que les preocupa es subirse el sueldo? ¿Jugadores de Asobal que no llegan a los 500 euros al mes y si los cobran? ¿Una falta total de ideas para dinamizar el deporte y hacerlo atractivo?", enumera. El hombre que vive de dibujar sonrisas se pone serio: "Mi visión es bastante pesimista, la verdad".