El de Singapur es sin duda el Gran Premio más peculiar de la temporada. El único que se disputa por la noche, bajo los focos, y en un circuito urbano y ratonero, plagado de curvas y encajonado entre muros. Sin escapatoria y este año, además, comenzando bajo la lluvia, factor multiplicador del riesgo. Por eso en Singapur habían depositado sus esperanzas tipos con objetivos tan distintos como Sebastian Vettel o Fernando Alonso. El alemán, confiando en la aerodinámica de su Ferrari para minimizar el potencial del motor Mercedes de Lewis Hamilton y recuperar así el liderato del campeonato; el español, para no depender del propulsor Honda y buscar no sólo su mejor clasificación del año sino incluso soñar con acercarse al podio desde la octava plaza en la que iniciaba la carrera. Pero las ilusiones de uno y otro se fueron al garete en la mismísima recta de salida. Raikkonen, tercero en la parrilla, fue el más rápido en el arranque con su Ferrari por el exterior de la pista, pero Vettel se fue hacia el centro para defender su 'pole' del previsible ataque del Red Bull de Verstappen y entre el finlandés y el alemán hacían un bocadillo con el holandés. La consecuencia de todo ello fue un toque en cadena Vettel-Verstappen-Raikkonen que dejaba a los tres eliminados.

Y como este año no hay ocasión en que en McLaren no se cumpla la ley de Murphy, a Fernando Alonso le salía mal todo lo que le podía salir mal. Luchaba con Hamilton por colocarse tercero cuando Raikkonen y Verstappen, en su derrapada, se lo llevaban al alimón por delante en la primera curva del trazado. El monoplaza de Alonso literalmente saltó por los aires y milagrosamente aterrizó sobre las cuatro ruedas tras dar un trompo. Pudo continuar en pista aunque bajó hasta la undécima plaza, pero unas vueltas más tarde, con el coche destrozado, hecho jirones, debía emprender el camino de regreso al garaje. Una vez más. Décima retirada de la temporada más negra imaginable.

En Mercedes habían sufrido tremendamente el viernes y el sábado pero a la hora de la verdad todo se les volvía de cara. Llegó Hamilton a Singapur con tres puntos de ventaja sobre Vettel y resignado a ceder el liderato del campeonato, y sale con una renta a favor de 28 a seis citas de la conclusión del campeonato.

Supo contener Hamilton en todo momento al Red Bull de Ricciardo a pesar de la aparición de tres coches de seguridad (la carrera concluyó por tiempo, tras superar las dos horas de duración) que minimizaban las sucesivas ventajas conseguidas en pista por el piloto inglés. Como logró el finlandés Bottas defender la tercera plaza del podio ante un inmenso Carlos Sainz que supo sacar tajada a los accidentes de los que le precedían en la parilla para llevar su Toro Rosso hasta las puertas del cajón. Un cuarto puesto que supone la mejor clasificación histórica para el madrileño, que suma 12 puntos que le ratifican en el "top ten" de la temporada y justo en el escenario en el que se anunciaba su pase a Renault para la próxima temporada. Un fin de semana redondo el suyo.