El Levante conquistó un punto repleto de mérito en el Santiago Bernabéu ante un Real Madrid que sigue sin vencer en LaLiga de local, con errores de Zinedine Zidane en el planteamiento, en un nuevo partido a contracorriente que no encontró el milagro final al repeler el poste el disparo de Kroos.

No todas las decisiones de Zidane son acertadas. En una dinámica ganadora cualquier modificación suele surgir efecto con el viento a favor, pero no fue el caso ante el Levante. La resaca de los partidos de selecciones invitaba a la rotación masiva pero hubo aspectos tácticos que no dieron resultado y se toparon con un rival serio, bien situado en el césped y con las ideas claras.

Se aprovechó el Levante que golpeó aprovechando un grave error defensivo. De un saque de banda nació el gol con un balón que jamás puede botar dentro del área. Ivi se anticipó a la pasividad de Carvajal, controló con calidad y definió con clase. Su toque preciso fue inalcanzable para Kiko Casilla.

La velocidad de crucero, sin un fútbol de brillantez, que comenzaba a coger el Real Madrid se vino abajo por una lesión que enmudeció a la grada. Benzema se marchó sin poder dar un paso y no había un 9. El francés sufrió una lesión muscular que le mantendrá entre cuatro y seis semanas de baja. Sin Cristiano Ronaldo, sancionado, y con Borja Mayoral en la grada, solo quedaba Bale para jugar en una posición en la que no se siente cómodo.

La petición de Florentino Pérez y Zidane al madridismo de no silbar a Bale surgió efecto de inicio pero el galés es puro desacierto. No le falta voluntad pero está lejos del nivel que se espera de él. Sin confianza y en una demarcación antinatural para su fútbol pasó desapercibido cuando el Real Madrid le necesitaba.

La segunda parte sería un monólogo del Real Madrid, una lucha contra el nerviosismo con el paso de los minutos y la ausencia del gol de la remontada. El Levante mantuvo su firmeza defensiva y con eso ya era bastante ante el vigente campeón. Con el paso de los minutos, puntuar se convirtió en cuestión de acierto de Raúl, que acabó saliendo por la puerta grande del Santiago Bernabéu.

La afición madridista, acostumbrada a los tantos milagrosos, esperaba el último impulso confiada en la victorias. En esta ocasión no llegó. A la desesperada encontró la expulsión de Marcelo, por agresión a un rival, y el último intento de Kroos que lo estrelló en la madera. El campeón encadena dos pinchazos en el Santiago Bernabéu. Las rotaciones no siempre son efectivas.