Mi primer día en Vigo, cuando aterrizaba allí por el 2002, cuando abres las puertas del aeropuerto y estas un poco asustada, allí estaba un sonriente Julio Mallada y preparado para darme un abrazo y una gran bienvenida. Mi primera comida en Vigo fue con él y con María Revuelto, que llegaba conmigo. Los primeros días de las novatas siempre arropándonos y aconsejándonos.

Nos hacía sentir como en casa, nos cuidaba y mimaba y por supuesto disfrutaba como el que más del baloncesto, de la pasión que nos unía.

Grande para escucharte y poder desahogarte, parte importante del día a día de una jugadora, alguien que te aconsejaba desde la experiencia que él tenía, siempre lo hacía con una sonrisa y eso te transmitía tranquilidad y bienestar.

Desde que me retiré, ambos seguimos el club con pasión, sumando en todo lo que podíamos. Sé de buena mano que desde que le llegaron los problemas, esto no le impedía saber de nosotros y sumar en la distancia.

Es muy importante este tipo de personas en un club, que tenga valores y que viva con pasión aquello que le gusta, baloncesto y Celta Baloncesto. Él hizo que todo el baloncesto le respetara y le apreciara, jugadoras, entrenadores, árbitros, TODOS. Porque JULIO nos ganó a todos.