Isaac Makwala se ha convertido en uno de los nombres propios de un Mundial repleto de héroes por sorpresa, de jóvenes a quienes el arrojo ha conducido a la gloria como el francés Bosse o el noruego Karsten Warholm.

El botsuanés vivió ayer una jornada frenética y regaló una de las imágenes de este campeonato. La de la serie que corrió en solitario, sin más rival que el cronómetro y la intensa lluvia que descargó todo el día sobre el estadio de Stratford. Una situación insólita a la que se enfrentó la principal amenaza que tenía Van Niekerk para conseguir el doblete en los 200 y los 400 metros.

Un virus, como a muchos otros atletas hospedados en uno de los hoteles londinenses, atacó a Makwala esta semana y le apartó de la primera ronda de los 200 metros. El velocista dijo estar recuperado el martes para afrontar la final de los 400 metros, pero los responsables de salud del Mundial no le dejaron ni entrar en el estadio. Por pura precaución, para evitar el contagio, Makwala se quedó a las puertas. En apenas un día, por culpa de una enfermedad, el de Botswana se despedía de la posibilidad de ganar las dos medallas que buscaba en Londres.

Pero la organización tomó ayer una decisión salomónica, un pequeño gesto con quien solo había recibido reveses. Le declararon médicamente "apto" y le organizaron una serie a él solo de 200 metros. Las medallas de 400 ya estaban entregadas, pero el tren del doble hectómetro aún estaba a su alcance. Como no había corrido la primera eliminatoria por su enfermedad le pusieron una marca para estar en las semifinales de la noche. Bajar de 20:53. Su rival no era el registro -para el que está sobradamente preparado- sino las condiciones en las que debía afrontar el reto. Solo, bajo el diluvio, sin referencias, con un ligero viento a favor, pero la incomodidad de la lluvia. El público, conmovido con su situación, le empujó en busca del objetivo y el atleta completó la carrera en un tiempo de 20.20 segundos. Entusiasmado tras tanto infortunio incluso se lanzó al tartán y regaló una serie de flexiones en medio de la locura general. Ya estaba en la semifinal prevista para una hora y media después. El tiempo justo para quitarse la humedad del cuerpo, relajarse, calentar de nuevo y jugarse el pase a la final de hoy.

Calle incómoda

Otra vez tenía un pequeño hándicap. Como ya estaban asignadas de la calle dos a la nueve, la organización le colocó en la uno, la que más agua acumulaba tras una tarde infernal en Londres. Dio igual. Makwala voló por la pista, llevado por la ambición y la necesidad de recuperar todo lo que el virus se llevó. El botsuanés, el más rápido del año en la distancia con 19.77, finalizó segundo en la primera de las semifinales. Cruzó la línea de meta levantando el puño como si en ese momento sintiese que había ganado mucho más que la simple clasificación para la final de esta noche. Había concluido una tarea homérica en apenas un par de horas frenéticas.

Minutos después, Van Niekerk, el sudafricano que persigue el doblete que solo fue capaz de ganar Michael Johnson, sólo obtuvo el tercer puesto en la tercera semifinal con 20.28, repescado por tiempos para la carrera decisiva. A un paso de quedarse fuera de la carrera, lo que alimenta las dudas sobre el rendimiento que puede ofrecer en la ansiada final. Posiblemente reguló y tal vez haya pagado el esfuerzo protagonizado el día anterior en la final de 400 metros, aunque tampoco dio la impresión entonces de forzar.

La cuestión es que esta noche el Mundial vivirá uno de sus duelos más esperadas y que casi se lleva por delante un inoportuno virus: el de Van Niekerk contra Makwala. El héroe anunciado contra el repentino, el que más atención ha generado esta semana sin necesidad de pisar la pista.