Otra vez. Mireia Belmonte ganando un oro en 200 mariposa. No es 2016. No son los Juegos de Río. Es un año después, en Budapest y en un Mundial. El único escenario que la española todavía no había conquistado. Hasta ayer. Después de la gloria olímpica podía haberse relajado pero ella decidió forzar la máquina una temporada más, con ese inconformismo propio de las ganadoras porque había un hueco en su currículum que estaba dispuesta a llenar. Su apuesta le ha llevado a proclamarse campeona del mundo por primera vez en su carera. Oro europeo. Oro olímpico. Oro mundial. La cuadratura del círculo de la mejor nadadora española de la historia.

Tuvo una dura rival en la alemana Franziska Hentke. Belmonte suele ser la mejor en el último largo, pero ayer le costó un poco más de lo esperado. Fue porque lanzó antes su ataque, en el segundo y en el tercer cincuenta. En el ecuador solo era superada por la ídolo local, Katinka Hosszu. Al último viraje ya llegó en primera posición, con la húngara ya hundida. Quedó en un mano a mano con la germana y la distancia acumulada ya fue insalvable, si bien Hentke, que había sido la más rápida del año, no se rindió hasta la última brazada. Ahí Belmonte hizo valer su experiencia. Dio una patada fuerte y se lanzó a por la pared. Trece centésimas le dieron el oro. 2.05.26. La mejor Mireia de la temporada en el momento justo y adecuado.

Es el tercer español en proclamarse campeón del mundo tras Martín López Zubero en Roma 1991, después Nina Zhivanevskaya en Barcelona 2003. Para Belmonte, es su segunda medalla en Budapest tras la plata en 1.500 metros. Quinta de su carrera tras las tres de Barcelona 2013 -se perdió Kazán 2015 por lesión-. Tiene otras cuatro olímpicas. Y en la capital húngara todavía aspira a otras dos, el 800 libres, cuyas eliminatorias disputa hoy, y los 400 estilos. Y eso que el campeonato no empezó bien, con su eliminación antes de lo esperado en 200 estilos y 400 libres. Dijo haberse sentido extraña. No estar rápida. Pero hizo un punto y aparte para recuperar su mejor versión y cumplir con su objetivo.

Otro sueño hecho realidad. El diario El Mundo desvelaba esta semana su preparación después de Río en cifras. 243 días de entrenamiento. Solo 21 de vacaciones. 16 semanas en altura. 80 kilómetros semanales en la piscina que completa con ejercicios de pesas y de fitness. El éxito nunca llega fácil.

Jessica Vall, en la final

La que tampoco falla es Jessica Vall. Esta licenciada en biomedicina, que compagina sus entrenamientos con su trabajo en un laboratorio, es una competidora nata. Medalla de bronce en 200 braza en los últimos Mundiales, en Kazán, donde hizo olvidar la ausencia de Mireia Belmonte, se clasificó para la final de 200 braza. Va con el séptimo tiempo, pero están todas las competidoras en un puño. La rusa Yuliya Efimova parece un poco por delante del resto, pero la plata y el bronce están muy abiertos y a la española no se le suele escapar el podio cuando lo ve de cerca.