Nairo Quintana se descolgó definitivamente de la general tras perder casi 4 minutos en la decimoquinta etapa y situarse a más de seis con respecto al líder, Chris Froome. El ciclista del Movistar se descolgó en el ascenso al Col de Peyra Taillade, una dificultad de primera categoría en la que el equipo AG2R del francés Romain Bardet impuso un ritmo elevado. El Tour se adentraba en tierras del galo, tercero de la general, y el equipo quería sacar diferencias en la primera etapa del Macizo Central. El ataque sirvió para poner de manifiesto que la recuperación mostrada por Quintana en la última etapa pirenaica, en la que fue segundo en Foix, no era más que una fachada.

El colombiano volvió a sentir sobre sus piernas el peso del reciente Giro de Italia y los kilómetros se le fueron clavando, para acabar definitivamente alejado de los mejores. Quintana es ahora undécimo de la general a 6.16 de Froome y con la moral por los suelos. Su rostro en la meta de Le-Puy-en-Velay lo decía todo. Atrás quedó la esperanzadora sonrisa con la que acabó en Foix y que le habían situado a poco más de 2 minutos del maillot amarillo, en la pelea por los puestos importantes y con los Alpes por delante. "Fue una etapa dura, no sigo recuperando. Me he quedado e iremos día tras día. Seguimos luchando, avanzando para adelante sin rendirnos", señaló el líder el Movistar, tratando de mantener la esperanza.

Quintana aseguró que nunca ha perdido la ambición, pero las fuerzas no le han acompañado en su cuarto Tour, en el que aspiraba a mejorar los dos segundos puestos que hizo en el pasado un año después de haber sido tercero. "Es la cabeza la que manda pero cuando las piernas no responden, no responden. Vamos a seguir luchando a ver qué sale", señaló el de Boyacá, cuyo destino parece ahora dirigido a buscar una victoria de etapa.

Su mirada sigue puesta en la meta del Izoard, un duro puerto que se adapta a sus características a la que se llegará el próximo jueves, el día de Colombia.