Sechu López encabeza su página de Facebook con la fotografía de una cabriola suya y el chascarrillo del popular cómico Roberto Vilar: "A cabeza non para". El lema que explica su próxima aventura. El alpinista, que hace dos años sufrió un grave accidente que le ha dejado secuelas, emprende hoy un viaje en kayak de mar que le llevará a recorrer todo el litoral gallego. Aunque flexible en su cronograma, serán 1.500 kilómetros en dos meses de paleo.

Sechu López, ourensano de nacimiento, vigués de adopción y ahora residente en la villa betanceira de Miño, es una de las figuras más destacadas en la historia del alpinismo gallego. Entre sus gestas se cuentan tres cimas por encima de 8.000 metros, Shisha Pangma, Annapurna y Gasherbrum II. Planeaba nuevas expediciones cuando el 11 de junio de 2015, regresando en bicicleta de su trabajo como electrónico-electricista de Renfe, un coche se le cruzó. El lado derecho de su rostro impactó contra la carrocería. Tres intervenciones quirúrgicas han recompuesto su cara. Pero los ojos le han quedado ligeramente desalineados. Visión doble, jaquecas y sequedad en la córnea son problemas que le han incapacitado para ejercer su oficio y a los que se enfrenta con buen humor. "Los oculistas me han dicho que no merece la pena operarme más veces; que me conforme con poder hacer vida normal. Yo estoy contento, vamos".

Sechu pronto empezó a idear algún tipo de experiencia a la que dedicar sus energías. Una pulsión que cuaja en el proyecto "Costa Verdecente". El litoral gallego, sin contar sus islas, tiene 1.498 metros según las mediciones más precisas. Aunque es imposible recorrerlos de forma milimétrica. Sechu ajustará hasta los 1.500 incluyendo en su recorrido Cíes, Ons, Sálvora, Tambo, A Illa de Arousa... Hoy parte desde Tui hasta la desembocadura del Miño; mañana planea alcanzar Baiona. "Tampoco quiero quemarme demasiado al principio", explica. A partir de ahí decidirá: "No tengo ninguna etapa precisada, sí una idea general de kilometraje diario para que me salgan los 1.500 kilómetros en dos meses. Pero si tengo que estar más tiempo, estaré más tiempo. No quiero batir ningún récord ni nada". Antes la montaña gobernaba el destino de Sechu con sus caprichos. Y ahora asume: "El mar va a mandar. Si la cosa se pone fea y tengo que estar parado tres días, lo estaré. No voy a saltarme tramos de costa y seguir más adelante".

Sechu lleva en su kayak saco, tienda, esterilla y cocina. Comerá de lo que vaya reponiendo o de plato si se tercia. Dormirá en camas cuando tenga la casa de algún conocido a mano y en las playas cuando no. Sabe que las rías lo acogerán mejor en su cálido seno y que estará más expuesto en A Costa da Morte o en los acantilados de San Andrés de Teixido. Aceptará la compañía de quien se le quiera unir en alguna etapa "si tiene un mínimo conocimiento, no uno que ande por la playa en un kayak hinchable". Como en el Himalaya, un lobo solitario aunque no insociable: "Busco lo que me mueve a mí, que es el espíritu de la aventura. Me gustan los retos, no tener muy claro qué va a pasar, que no todo esté definido y con ese punto de incertidumbre. Al ir solo el riesgo es algo mayor, pero la sensación de tener todo para uno mismo es increíble".

El kayak no es algo nuevo para él. "Empecé a hacer piragüismo en río hace treinta años y estuve dos años federado. Cuando vine a Vigo realicé alguna travesía en kayak. El verano pasado me mudé a Miño, tengo el mar al lado de casa y el kayak se me adapta bien al tema de la vista", explica. "No tengo que mirar hacia abajo, hacia los pies, lo que es mi principal limitación" por los mareos.

Sin embargo, le resulta imposible ocultar su amor a la montaña. Confiesa: "Este invierno estuve en el Aneto, también en solitario. He hecho espeleología, esquí. Tengo limitaciones. No me desenvuelvo tan cómodo como antes. Pero hago cosas. La alta montaña me sigue motivando, mantengo la pasión de siempre. En otoño tengo intención de ir a Nepal, aunque sea a hacer algo fácil, para ir viendo cómo me desenvuelvo en altura. Iré probando porque tengo intención de volver".