El británico Lewis Hamilton (Mercedes) logró en el Gran Premio de España disputado ayer en el circuito barcelonés de Montmeló la 55.ª victoria de su carrera y la segunda de la presente temporada, lo que le permite reducir a ocho puntos la ventaja de Sebastian Vettel, segundo con su Ferrari, al frente de la general, en tanto la tercera plaza era para el Red Bull de un Ricciardo que, sin hacer ruido, supo aprovechar los errores o los fallos de los demás para hacerse con el último cajón del podio de una carrera en la que en McLaren-Honda se pasó de la ilusión a la decepción en apenas tres curvas.

La alegría dura muy poco en casa del pobre, y no hay casa más pobre esta temporada en la Fórmula 1 que el garaje de McLaren-Honda. El sábado, de la mano milagrosa de Fernando Alonso, recuperaba la escudería de Woking la sonrisa con la séptima plaza lograda por el asturiano en la parrilla de salida, su mejor clasificación de las tres últimas temporadas, pero ayer apenas tardaba unos segundos en cambiar la sonrisa por la decepción; los pocos segundos que tardó el asturiano en alcanzar la tercera curva y notar cómo el Williams de Felipe Massa le enviaba fuera del circuito. Cuando el bicampeón ovetense recuperó el control del monoplaza tras un paseo por la hierba y la grava y regresaba a la pista lo hacía en la decimocuarta posición, ya muy lejos de toda opción de luchar por entrar en los puntos.

En Montmeló, donde Alonso logró hace ya cuatro años su última victoria en el "Circo", el 12 de mayo de 2013 con Ferrari, al menos lograba ayer el asturiano finalizar la primera carrera del actual curso. Triste, muy triste. Ya es McLaren la única escudería que disputadas cinco carreras no ha sumado un solo punto después de que Pascal Wherlein consiguiera ayer una extraordinaria octava plaza con el Sauber. No es de extrañar, así, que a Alonso se le iluminen los ojos hablando de las 500 Millas de Indianápolis. Ayer viajó durante toda la noche en un jet privado para poder estar a las nueve de la mañana de hoy en el fastuoso óvalo estadounidense ensayando a los mandos de su nuevo monoplaza. Al menos pudo realizar un último cambio de neumáticos que le permitió rodar rápido en las últimas vueltas y disfrutar con un par de adelantamientos a los Williams de Massa y Stroll. La carrera terminó para Alonso en aquella tercera curva de Montmeló, aunque incluso antes lo hizo para Raikkonen (Ferrari) y Verstappen (Red Bull), grandes damnificados de una carambola propiciada por Bottas con su Mercedes. Y por delante en la carrera quedó un majestuoso Vettel que adelantó como un tiro con su Ferrari a la "flecha de plata" de un Hamilton incapaz de defender su pole en la arrancada.

Comenzó entonces entre Vettel y los Mercedes una partida de ajedrez plena de estrategia y en la que Bottas primero, y la fortuna después, tuvieron mucho que ver en la victoria del británico. Bottas supo ejercer de compañero de equipo perfecto para Hamilton al frenar a Vettel después de que el alemán realizara su primer cambio de neumáticos. La fortuna se aliaba posteriormente con Hamilton pues le permitía realizar el segundo paso por el garaje en medio de un coche de seguridad virtual, lo que le permitió ganar seis segundos claves en su pulso con Vettel. Todo ello sin obviar un magnífico adelantamiento del de Mercedes sobre el de Ferrari a una veintena de vueltas del final.

Mientras Fernando Alonso pasaba de la séptima plaza de la parrilla a la decimosegunda, el camino inverso era el recorrido por Carlos Sainz, aprovechando una sanción de cinco segundos a un Wehrlein que lograba los primeros puntos del año para Sauber y, con ellos, hundir a McLaren-Honda en la cola más absoluta en la tabla de constructores. Y no parece que con Alonso en Indianápolis pueda el combinado anglonipón inaugurar su casillero el día 28 en Montecarlo.