En Navia se convoca a los ausentes. "Pablo Beiro, Pablo Beiro", truenan sus pobladas gradas. Nadie muere mientras sea recordado. El cielo replica con una granizada, estruendosa y breve, como repiqueteando un telegrama de agradecimiento. El Amfiv cabalga a hombros del gigante que lo fundó. La escuadra ha conquistado la Challenge Cup, el primer título de su historia; también el primero europeo para el deporte colectivo vigués de élite. En la cancha, abrazos, carcajadas y lágrimas a mares. La culminación de un largo y áspero camino.

La ansiedad pesó en el inicio, una mezcla de anhelos y obsesiones: las ganas de homenajear a Pablo Beiro, el 35º aniversario de la entidad, las finales europeas perdidas en 2006, 2008 y 2010, el fervor de los aficionados... El 9-20 al inicio del segundo cuarto anunciaba debacle. Berni Costas lideró la reacción sin necesidad de anotar. La agresividad defensiva del capitán agitó a sus compañeros. Todo cambió tras el descanso (30-30). Agustín Alejos repartió asistencias. Cronau excavó túneles en la zona alemana. Zavala activó su prodigiosa muñeca. Envó hizo sangre en las transiciones rápidas. El Amfiv espantó sus fantasmas (48-39 en el tercer cuarto). Tras haber superado el miedo a perder, supo gestionar el miedo a ganar del último tramo, cuando el Wiesbaden quemó sus cartuchos. El último minuto desató ya el festejo.

El Rhine River Rhinos Wiesbaden prestigia este trofeo, confirmando todas las cualidades que había apuntado en la fase de grupos. Es un equipo de juego consistente, rico a nivel táctico, solo condicionado por su limitada rotación. El imponente físico de los vigueses, que les permite sostener un elevado ritmo, contribuyó a torcerles el pulso. El Amfiv se ha coronado como vive, fiel a su filosofía, a la carrera.

Esa apuesta, sin embargo, exige alegría, casi despreocupación. Y a los locales les asfixió la responsabilidad en el arranque. Tiros librados golpeaban como piedras el tablero. Alejos falló sus cinco tiros en el primer cuarto. Envo y Jama, el que intentaron (2/11 fue el balance general). El nerviosismo se tradujo en pérdidas, siete en este parcial, casi tantas como las promedidas por partido en el resto del torneo. El Wiesbaden despegó con un 1-8 y estabilizó su ventaja en el entorno de los diez puntos.

Los alemanes imponían su fórmula. McPhail, un extraordinario punto bajo, manejaba el crono. McLachlan, la gigantesca canadiense, martilleaba desde media distancia. El Wiesbaden anotaba la mitad de sus intentos. El Amfiv se sentía incapaz de blindar su pintura. Ese 9-20 al inicio del segundo cuarto suponía incluso un daño limitado, aunque alarmase.

Iglesias recurrió al botiquín de las urgencias. A Vila y Costas los suele emplear juntos para imprimirle a los partidos una marcha más. Esta vez los ametralló consecutivamente: Vilas llevó la presión a la cancha contraria y después lo sustituyó Costas como un chute de adrenalina. El Wiesbaden no fue capaz de lanzar a canasta en varios ataques, ni siquiera de cruzar la medular en algún caso. Un triple de Envó silbó al entrar, como una válvula liberando al Amfiv de sus presiones internas. El 30-30 no solo empataba el marcador; inauguraba un partido distinto.

VÍDEO | El Amfiv logra su primer título. // Marta G. Brea

Iglesias reconstruyó sobre lo básico. Zavala buscó emparejamientos ventajosos en ataque. Se instaló en la línea de fondo, a cuatro metros de canasta, destapó su precisión balística y convirtió cada ataque en un "deja vu" del anterior. El 34-32 supuso la primera ventaja del Amfiv y el único cambio de autoridad en el desarrollo del encuentro. Los vigueses comenzaron a rodar con comodidad. Alejos encontraba a Envó en el dos contra dos. La ventaja olívica se disparó hasta el 46-37, con algún que otro ataque para ampliarla a dos dígitos.

Con el Wiesbaden noqueado, faltó instinto asesino. El Amfiv añoró la anotación de Abdi Jama. También mayor serenidad en el manejo. El Wiesbaden, que ya desconfiaba de su tiro exterior, entre apretado y extenuado, decidió atacar por abrasión. Guntner se instaló como una torre de asalto bajo el aro, encestando a base de fallar, rebotear e insistir. Algunas decisiones arbitrales, especialmente contra los bloqueos efectuados por Shelley Cronau, incomodaron a los anfitriones. El 56-51 a falta de cinco minutos obligaba a Iglesias a solicitar tiempo muerto.

Pero el partido se movía ya en un nivel de anotación demasiado elevado para los parámetros que prefiere manejar el Wiesbaden. El Amfiv no tembló esta vez ni se volvió codicioso con el balón. Siguió lanzándose hacia la canasta cada vez que rompía la presión rival. Y los alemanes no pudieron siquiera aguantar el intercambio de canastas. Su último recurso consistió en forzar faltas a la desesperada. Un triple de McLachlan acercaba al Wiesbaden a seis puntos a falta de cincuenta segundos. Envó y Alejos estuvieron finos desde el tiro libre. Muchos ya habían comenzado a sollozar cuando sonó el bocinazo; fanfarria celestial en este caso, para recibir al Amfiv traspasando el umbral de la gloria.