Un 20 de abril de 1994 el celtismo vagaba a estas mismas horas por las oscuras calles de Madrid entre lágrimas en otra noche histórica tras perder ante el Zaragoza la final de la Copa del Rey. Aquel "penalti de Alejo" rompía en dos los corazones del celtismo en el Vicente Calderón La deuda que el fútbol contrajo con los celestes aquella gélida noche de primavera todavía está vigente, porque el "palo" quedó grabado a fuego en los más de 20.000 celtistas que peregrinaron a la capital de España para apoyar al equipo en la segunda final más importante de su vida. No la cobró. Está más cerca, sí; pero aquello no se olvida. Hasta entonces, el fútbol no será justo.

Noches como ésta, en la que el Celta vuelve a citarse con la historia y en la que el celtismo derrama 23 años después lágrimas de felicidad en el alborozo de una nueva gesta, avisan de que esa justicia deportiva tiene memoria y de que algo grande se está poniendo al alcance de la mano de un club que merece aún más de lo que ha conseguido en el estadio belga. Este 20 de abril es diferente, es la otra cara del fútbol, la buena, la que sabe aún mejor al recordar el aniversario de una noche que pudo ser de oro y se tornó amarga pese a ser una cita que quedará para siempre en la memoria del celtismo, igual que la que en tierras belgas han sellado los héroes comandados por el "Toto" Berizzo.