Alberto Abalde cumple con precisión el itinerario fijado por sus asesores. El vigués ha ganado jerarquía en el Joventut, el club donde completó su formación y se introdujo en la ACB. Al Valencia, que posee sus derechos, llegará la próxima temporada más cuajado, listo para soportar la exigencia de una entidad que aspira a competir con los grandes. En verano confía en mantenerse en el grupo de trabajo de la selección española. Europa, en sus diferentes vertientes, es lo que le ocupa el pensamiento. Aunque su nombre estará en el próximo draft de la NBA, ser elegido o no casi se antoja secundario, ya que se descarta un lugar principal. América puede esperar.

Abalde (Ferrol, 15-12-1995), hijo del histórico Chiño, pasó por las escuelas de Compañía de María, Salesianos y Maristas en su infancia viguesa y fue captado por el Joventut en 2010. En la LEB Plata debutó con el Prat, equipo asociado, en la temporada 12-13; pisó ACB en la 13-14 y fue instalándose en ella desde entonces bajo la tutela de Salva Maldonado. Cada paso ha sido bien calibrado. En el verano pasado firmó con el Valencia por cuatro años pero sin precipitar su mudanza. Una campaña más en las filas verdiblancas y ya a las órdenes de Diego Ocampo, en calidad de cedido, debía completar su educación.

Así ha sucedido. El Joventut, lastrado por las penurias económicas, pelea por la permanencia. Abalde asuma esa presión como una de las bazas principales de la plantilla. El pasado domingo, ante el Betis, un rival directo, batió su registro de anotación (20 puntos) y valoración (25) en la ACB.

El gallego ha incrementado su aportación al conjunto badalonense en casi todos los apartados estadísticos. Se mueve en 24 minutos, 10 puntos, 3,4 rebotes y 1,8 asistencias de media por partido. Es el retrato de un alero completo, ágil y potente, que ha progresado de manera notable en la toma de decisiones y la inteligencia táctica. Ha ganado capacidad de penetración, lo que ha mejorado su acierto en tiros de 2. Solo en el lanzamiento de 3 ha empeorado su efectividad. Tras moverse por encima del 40% en los dos anteriores ejercicios, en el actual firma un 31%. Paga un mal inicio, bache propio de la edad. No se duda de que el lanzamiento exterior se cuenta entre sus virtudes.

Abalde quiere concluir su etapa en Badalona con el deber cumplido de la permanencia. Si mantiene esa línea estable de rendimiento, espera la llamada de Scariolo para formar parte del grupo de trabajo que inicie el camino hacia el Eurobasket. Ya ayudó en el primer tramo de la preparación de los Juegos de Río. Su inclusión en la ecuación definitiva del seleccionador depende de otros actores principales. Puede parecer precipitada a estas alturas. Sin duda figura en los planes federativos a medio plazo.

Abalde no quiere dar pasos en falso. Valencia es el gran reto que se le presenta en el horizonte. La escuadra levantina lidera la ACB y disputará la final de la Eurocup contra el Unicaja. Si la gana, se asegurará una plaza en la Euroliga. Sería otro peldaño.

La NBA no tiene en principio un espacio en ese diseño inmediato, aunque Alberto Abalde estará en el draft del próximo mes de junio. Es el que le corresponde por generación. Ya se declaró elegible en 2015 por recomendación de su agente, Igor Crespo, para calibrar la opinión de las franquicias y después se retiró. A día de hoy no existen demasiadas expectativas de que pueda ser seleccionado en primera ronda, lo que sí le aseguraría un contrato notable. Y es casi mejor que no sea escogido a ocupar los últimos lugares de la segunda ronda y entrar como elemento de relleno en transacciones múltiples. Como agente libre, su cotización dependería de la carrera profesional que se labre en Europa, que es el reino que desea conquistar.