La intrahistoria de un partido histórico deja mil detalles, que en la repetición de la gesta a las generaciones por venir enriquecerán el relato. Como la imagen de Berizzo exigiéndole a Gustavo Cabral en el córner que acuda atrás, al segundo palo. El central no lo oyó o desatendió la instrucción "por fortuna", admite el entrenador, que se ríe de sí mismo como "visionario".

A esa acción se llega gracias al penalti que se inventó Guidetti y a su ejecución por parte de Iago Aspas. El moañés estuvo frío, preciso. Esperó a que Pyatov cayese al suelo y disparó con suavidad al lado contrario. Pero Sergio Álvarez no pudo disfrutarlo. Se había girado de espaldas, aunque no quiere admitirlo. "Lo he visto a medias", acepta como mucho. Todo su temple para interceptar las ocasiones locales no le valió como espectador de esa acción. "Tenía mucha confianza en Iago pero... Último minuto. Si marcaba, nos íbamos a la prórroga; si fallaba, quedábamos eliminados. Era mucha responsabilidad pero Iago tiene mucha personalidad para eso, no tenía ninguna duda. Sabía al 99,99 por ciento que lo iba a meter. Pero siempre queda ese 0,01 que nunca sabes. Entró y sabíamos que en la prórroga ellos iban a notar su falta de ritmo, podíamos hacerles daño, marcar otro gol y ganar sin llegar a los penaltis".

Mientras Sergio esperaba la reacción de las gradas y sus sonidos para saber si el penalti había entrado, en el banquillo rezaba el doctor García Cota. Hugo Mallo, en cambio, ni rezó ni se dio la vuelta. "Yo tenía que verlo. Al final sé que es difícil que Iago falle. Nosotros tenemos mucha seguridad en él y él en sí mismo. Tenía que verlo porque tenía que ver cómo entraba", asegura el capitán.

A Mallo lo empleó Berizzo como mediocentro en el inicio del partido en Eibar. Ayer lo emplazó en su banda derecha habitual pero más arriba, a lo Wass. "Había estado unos días parado. Ya habíamos practicado con este sistema. No me había tocado jugar ahí. Gracias a mis compañeros me he sentido cómodo", indica y espera haber compensado con su tenacidad en la presión otras carencias.

Mallo ha madurado, tiene un papel institucional y se nota en cada declaración. Así, a la hora de dedicar el triunfo, piensa en los fisiotearapeutas, técnicos, utilleros, médicos... "Me he acordado de toda esa gente que trabaja con nosotros pero no se la ve. Hacen un trabajo inmenso. Se lo merecen ellos, también la afición y cada uno del grupo. Somos un equipo joven. Lo damos todo".

Y desde esa jerarquía, desliza una crítica a algún sector del entorno: "Lo hemos pasado mal. Hemos escuchado cosas. Mucha gente no creía, otra sí. En el vestuario teníamos clarísimo que podíamos. Hemos aguantado a todo un Shakthar en su casa, en condiciones meteorológicas malas. El equipo creyó y creyó. El fútbol no dio una prórroga y sabíamos que ahí ellos físicamente no iban a aguantarnos".