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Fútbol de descampado

El Celta convirtió la derrota de la ida en la razón para actuar en Jarkov sin ataduras

Los jugadores del Celta celebran el gol definitivo de Cabral. // Sergey Dolzhenko

Noche extraordinaria, de relato histórico al segundo siguiente del pitido final. La calidad del adversario ensalza al Celta. La escuadra de Berizzo se hace perdonar su tibieza en Mendizorroza. Recuperó su alma salvaje. Esa victoria ya la tenía asegurada antes de que Guidetti cayese a los pies de Pyatov. El fútbol premió su esfuerzo titánico. Es probable que la derrota aguarde en la Liga Europa, en cualquiera de las rondas que restan. Pero este momento le pertenece al celtismo, es ya parte de su patrimonio inmaterial para siempre.

la valentía del desposeído

En perspectiva, aquel 0-0 en la ida ante el Alavés fue peor negocio que una derrota. El Celta creyó que tenía algo que conservar. Le venció la codicia. Berizzo no ha construido una escuadra que entierra su talento en la tierra, sino uno que lo arriesga todo a la ruleta rusa. La derrota en Balaídos en esta eliminatoria le resultó sencilla de digerir, incluso sabrosa. Fue el pretexto que necesitaba para salir al césped del Metalist sin prevenciones. Claro que en ese ida y vuelta tuvo el Shakthar sus ocasiones. El conjunto ucraniano pertenece a la aristocracia europea. Posee en línea ofensiva jugadores que el Celta no podría costearse. Este Celta generoso hasta el extenuación, de espíritu universal, trasciende la suma de sus componentes.

el desorden querido

"No les estará gustando a los entrenadores", repetían constamente durante la retransmisión. Suele decirse de partidos tan desprovistos en apariencia de táctica. Pero no era el caso. Berizzo obtuvo exactamente lo que pretendía: un partido en el que sucedieron cosas desde el primer instante, especialmente en el último cuarto de cancha, a diferencia de lo que había pasado en la ida. Adoptó una propuesta arriesgada. Situó a Roncaglia en una posición intermedia entre la retaguardia y la media. El técnico le regaló el carril a Hugo Mallo y liberó a Iago Aspas de cualquier atadura en la banda derecha. La clave en el manual de Berizzo es el desorden medido y consciente. Eso suele desorientar al adversario en esta época de fútbol geométrico, donde a cada jugador se le adjudica una tarea y un espacio, como en una cadena de montaje. Pero al Shakhtar no le importó tanto. Sus brasileños son felices en ese escenario. Fue un partido de descampado, de tarde de primavera después del colegio. Un auténtico disfrute para los sentidos, que agotó incluso a los espectadores. La excepción que se celebra y se lamenta precisamente por ser excepción.

el plan b

Al parecer, el fichaje de Jozabed era un fichaje que Felipe le había metido con calzador a Berizzo. Una especie de agresión para forzar su marcha. Se prueba la falsedad de esta visión en que el técnico le ha entregado enseguida un papel en su estructura. Es difícil imaginar un fichaje invernal tan trascendente. El físico no le alcanza aún para ofrecer un rendimiento continuado desde el once inicial. Y el técnico lo ha convertido en la pieza que le permite variar su apuesta cuando el adversario está cansado. Jozabed puso ese punto de claridad en el torbellino. Descubrió el pase corto y medio que rompió líneas. Empujó al Shakhtar hacia su propia área porque la calidad de sus delgadas piernas es mucho más poderosa que cualquier musculatura. Y Bongonda contribuyó al cambio de ritmo gracias a sus cualidades, contrarias a las de Jozabed, con la amenaza de su velocidad.

la cantera, en la historia

Emociona que en las imágenes de Jarkov, que replican las de Villar Park o Anfield, aparezcan célticos de hechura. Y con protagonismo. Hugo Mallo, arriesgando sus maltrechas fibras en las últimas coberturas, reclama una oportunidad en la selección. Jonny galopó sin desmayo. Sergio Álvarez ha completado una resurrección maravillosa, aunque él no querrá cobrarse las facturas. Y como mascarón de todo el proyecto, Iago Aspas, superlativo en todas sus actuaciones, que cuando pecó durante el partido, lo hizo por exceso, por querer asumir la responsabilidad. Es extraordinaria esa combinación en su temperamento, el coraje que le supone una tarjeta amarilla en el minuto 12 por protestar y la frialdad que le permite ejecutar un penalti decisivo en el minuto 90 como si lo estuviese tirando en el patio de su casa moañesa.

SRNA marca el nivel

El Shakhtar es un equipo de Champions. La Europea League, hasta este instante, se le había quedado pequeña. Deslumbran sus delanteros. Pero el verdadero nivel lo marca Srna, un lateral que debería haber jugado en clubes como el Barcelona, que al parecer lo quiso en el último mercado invernal. Srna le dio a Pione Sisto una lección que el joven danés debe convertir en una valiosa enseñanza.

el engaño de guidetti

La épica no se detiene en detalles. Y el final honra al Celta. Pero no se puede negar lo evidente, que tanto irritaría en el el rival: Guidetti, inmenso por lo demás, fingió el penalti. Engañó al árbitro, víctima como el Shakhtar. Conviene recordarlo para cuando suceda en contra.

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