El Celta tiene una compañía escasa pero entusiasta en su viaje a Jarkov. La lejanía y dificultad del desplazamiento a Ucrania han impedido un desplazamiento masivo de seguidores. Tal vez algún aventurero aparezca por su cuenta en las gradas del Metalist. El club solo cuenta en sus previsiones con la veintena de seguidores que han reservado plaza en el chárter del equipo. Varios de ellos, veteranos de otras odiseas continentales.

Sucede con Suso Sánchez, Luis Costas y Juan Bodega, con muchas travesías a sus espaldas. Sánchez y Costas estuvieron en la primera de la época moderna, a Rumanía. "Soy de los poquitos que quedamos que nos fuimos a Pitesti", confirma Costas sobre los que se han enrolado en el vuelo celeste. Cuesta echar cuentas: "¿Cuánto ha pasado? ¿19 años?". Bodega, aunque ausente entonces, frecuentó los posteriores: "Estuvimos en Stuttgart, Birmingham, Marsella, Liverpool?".

El Celta decidió abrir el avión del equipo a los aficionados, lo que fue habitual antaño pero que no había sucedido en la fase de grupos. "Yo, la verdad, estaba deseando que el Celta entrase en Europa para volver a viajar", confiesa Luis. "En estas cosas te gusta que haya simplicidad, conexión entre los jugadores, directiva, cuerpo técnico?". Juan es consciente de que los usos han cambiado. Los clubes han tendido a bunkerizarse, apartándose del entorno: "Es muy bonita esa proximidad de estar con los jugadores. Entiendo que el club a lo mejor quiere aislar un poco más a la plantilla. Pero es bonito para hacer celtismo y para los que viajamos".

Que el sorteo deparase un destino más exótico o inusual no les importó, antes al contrario. "Te pueden hacer pensar la temperatura o las horas de vuelo", menciona Juan. Luis confiesa: "El otro día estuvo viendo por ordenador con mis hijos el pronóstico del tiempo. Es mucho contraste, sobre todo con un día como hoy en Vigo".

Por lo demás, agradece incluso que el Celta sirva de pretexto para conocer una región a la que jamás acudirían por propia iniciativa. "Hay que aprovechar", propone Juan y Luis cita como ejemplo: "Yo nunca habría ido a Rumanía. Cuando fuimos, estuvimos viendo el palacio de Ceaucescu o las miseras que había de aquella. Llegamos al campo del Arges escoltados por la policía militar. Hoy habrá cambiado un poquito. Había mucho contraste entre lo que teníamos nosotros y ellos, era muy fuerte, la gente te pedía por la calle, mucha pobreza. Pero es una forma de conocer el mundo".

Tampoco en Jarkov se limitarán a presenciar el partido. "Hay una visita guiada de tres horas por la ciudad", revela Juan. "Nos apetece también conocer una cultura distinta a la nuestra". En ningún caso les preocupa la conflictiva actualidad ucraniana: "En eso tenemos total tranquilidad. Si no, a la mínima inseguridad, no habríamos ido. No pensamos en cosas externas al fútbol".

Porque tampoco se olvida la razón principal de esta excursión: su creencia en la remontada del Celta. "El Shakhtar es un equipo que sabe manejar los tiempos, tiene oficio. Pero nosotros tenemos fe. Hay que ganar el partido, hay que ir a marcar, sin volvernos locos", propone Juan. Luis secunda su opinión: "Hay que tener paciencia, el Celta tiene dinamita arriba y puede esperar su momento. Se necesita un gol. Equipo hay. Por lo que leo, parece que nuestros jugadores van mentalizados de que pueden remontar".

Podrán comprobar desde esta mañana si esa sensación que la plantilla transmite en sus declaraciones también se percibe en sus caras. A la vez, los aficionados que utilizarán el chárter esperan compartir la alegría del grupo. Luis sostiene: "El viaje de vuelta no es igual si no has pasado. Lo digo por experiencia. La vuelta de Lens fue terrible. Pero yo creo que vendremos contentos".