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Tomás, uno de los héroes de 1998: "El Celta actual puede pintarle la cara a cualquiera"

Tomás, ayer en Vigo. // José Lores

Tomás Hervás Girón, secundario de lujo en el gran Celta, jugó aquella noche mágica en el Villa Park. Entró en el campo en el minuto 70, sustituyendo a Karpin. "Fue un punto de inflexión. Al principio estábamos algo asustados como grupo. La competición europea nos imponía un poco. A partir de aquel partido el equipo se soltó. Nos dimos cuenta de que podíamos competir con todo tipo de rivales", rememora el berciano, que considera más que viable que la generación actual repita su hazaña: "Este Celta le puede pintar la cara a cualquiera".

Lo dice con conocimiento de causa. Su trabajo le obliga. Tomás regresa de visita a Vigo con frecuencia por placer e intereses privados. Esta vez ha acudido a Balaídos como miembro de la dirección deportiva del Sporting, el club en el que se formó y al que el Celta fue a buscarlo en 1998. Tomás se encarga de analizar al siguiente rival liguero de los rojiblancos; en este caso los celestes, que visitan El Molinón el próximo domingo. "Quiero que gane el Celta en casi todos los partidos. En este no, claro", afirma.

Sus tres campañas en el Celta le sirvieron para dejar su impronta de excelente profesional y amigos como Moncho Carnero. La agenda le aprieta y le impide acudir al encuentro vespertino en el Náutico. Los recuerdos son comunes. "Cuando nos tocó el Aston Villa, solo habíamos jugado con el Arges. Aunque había jugadores como Mazinho, Penev, Mostovoi o Karpin, muchos otros no teníamos experiencia en Europa. Y como grupo desde luego carecíamos de ella", explica. "Pero estábamos en un gran momento. Poco después de la eliminatoria ganamos 1-2 en el Bernabéu con goles de Penev y Makelele. Llegamos a ponernos líderes en la Liga".

Tomás, como Carnero, retiene con precisión la arenga de Víctor Fernández en el vestuario del Villa Park. "Nos dijo que era muy fácil enfocar aquel partido, sólo valía ganar. Nos pidió que hiciésemos las cosas bien". Y las hicieron, para asombro del común. Tampoco se le olvida la imagen de Peinador, de noche cerrada, a reventar: "Todo lo que rodea ese partido es de los recuerdos más bonitos de mi carrera. Aficionados y jugadores lo vivimos con ilusión. Nos dimos un gustazo".

También sabe Tomás lo que es jugar en Ucrania a temperaturas bajo cero, "a -18", concreta de aquella primera eliminatoria entre el Celta y el Shakthar, en noviembre de 2000. Un partido que sí se pudo jugar en Donetsk, en el Central Stadium. "Lo notas antes de entrar, mientras estás calentando. Pero jugando no. Yo entré en los últimos minutos en manga corta y sin camiseta interior".

Al Celta de Berizzo lo conoce en profundidad. Lo ha observado con el corazón y con el ojo clínico del informador. Pero de las fisuras que haya podido encontrarle se enterará el entrenador del Sporting, Rubi. Sí anticipa que a su juicio los celestes están capacitados para vivir su propio Villa Park en el Metalist de Jarkov: "Este Celta puede pintarle la cara a cualquiera. Poseen alegría, calidad técnica y física. Si tiene un buen día...".

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