La cuarta Copa del Rey consecutiva levantada ayer por el Real Madrid sirve para alimentar el exitoso historial de Pablo Laso en el club blanco, donde todavía está inmerso en su sexta temporada y ya ha conquistado la friolera de 13 títulos. Laso llegó al Real Madrid en 2011 con el objetivo de devolver la sección a lo más alto y después de cumplir un lustro largo puede decir que lo ha conseguido con creces, fijando una dinastía en el baloncesto español.

Desde su llegada, el club blanco ha conquistado una Euroliga (2015), una Copa Intercontinental (2015), tres Ligas ACB (2013, 2015, 2016), cinco Copas del Rey (2012, 2014, 2015, 2016, 2017) y tres Supercopas de España (2012, 2013, 2014). Además, también ha sido subcampeón de Europa en dos ocasiones y esta temporada es firme aspirante al triplete que ya logró en 2015, teniendo en cuenta que su equipo lidera tanto la Euroliga como la Liga Endesa.

"Soy el primero en disfrutar a muerte de lo de hoy, pero ya está. Mañana es otro día", aclaró Laso ante la prensa, dejando claro que mantiene intacta la ambición con la que volvió al club como entrenador tras su anterior etapa como jugador.

"Ha sido increíble. Tres partidos durísimos y nunca hemos tenido la sensación de poder romperlos. Hemos tenido momentos muy buenos de baloncesto, pero los tres equipos nos han exigido al límite. Como competición la Copa es durísima y por eso es especial para las aficiones y los equipo la viven así. Me siento muy orgulloso de cómo ha respondido el equipo desde que salimos de Madrid", valoró Laso.

"Tengo la sensación de que siempre se ha creído en mi trabajo y hemos crecido poco a poco también con reveses importantes, pero siempre entendiendo cuál era el camino. Toda la gente que trabaja día a día en el Madrid de baloncesto va unida a muerte", analizó Laso, antes de repasar las virtudes que ve en su club.

En cuanto a Sergio Llull, sentado a su lado en la sala de prensa como MVP del torneo, explicó que se reconoce en su forma de ser. "Cuando me cabreo con Llull tengo una persona muy cercana que me dice 'Si es igual que tú'. Todavía estoy pensando en la moña que se ha tirado al lado del banquillo, pero me acuerdo de los dos triplones que ha metido antes. El equipo tiene confianza en él y él es el primero que sabe que sin el trabajo de los demás no seríamos lo que somos. Alguna vez me he comido cabreos y él se ha comido mi cabreo, pero la relación entrenador-jugador es así de jodida", se sinceró.

El cuanto a sí mismo, el vasco descartó que sea "un entrenador resultadista". "Es jodido decirlo, pero es así, dijo, consciente de "cómo va el negocio". "Si pierdo me voy a la calle. Ya me echaron de entrenador en otros sitio, pero mi trabajo lo llevo con la cabeza bien alta porque hago lo que creo. Y no siempre acierto, también la cago y probablemente la cago más que acierto. Ha habido jugadores que les he tenido que decir que se dejaran de leches y que íbamos a ganar", reveló al repasar su actual etapa en el club, que comenzó en 2011.