El Coruxo sabía que le tocaba sufrir ante el Izarra, pero no contaba con que le iba a costar tanto. Y es que a seis minutos para el final del encuentro el cuadro navarro mandaba en el marcador con un gol tras una jugada a balón parado, y la acumulación de hombres en tareas defensivas no invitaba al optimismo. Sin embargo el equipo entrenado por Rafa Sáez tiró de casta y corazón para darle la vuelta al marcador en nueve minutos, el último en el tiempo añadido.

El partido fue un monólogo del Coruxo. Los vigueses sabían del peligro del Izarra en el juego directo, pero posiblemente no esperaban un equipo tan metido atrás, que renunciara al ataque y se encomendara solamente a jugadas aisladas. De hecho, en los primeros cuarenta y cinco minutos solamente hubo un disparo entre los tres palos, si consideramos como lanzamiento un mano a mano entre Pito y Alberto Domínguez que resolvió perfectamente el guardameta vigués.

Independientemente del resultado final, el Coruxo hizo ayer un buen partido ante los navarros. La actitud defensiva de los navarros no desequilibró mentalmente a los vigueses, que sabían que una contra del rival podía suponer un serio disgusto, y con el planteamiento defensivo del Izarra encajar un gol podía tener muy malas consecuencias.

El equipo se encontró cómodo sobre el campo. Tocaba el balón de un lado a otro buscando un hueco en la poblada defensa navarra, y la verdad es que era muy difícil de encontrar. Las primeras ocasiones llegaban desde la banda con las subidas de Pablo García por la izquierda. Andre por la otra banda y Fer por el centro eran incapaces de abrir la defensa navarra, que lograba que Aitor Navarro no tuviera demasiados problemas bajo los tres palos.

Pero no todo eran alegrías ofensivas, ya que cada vez que el Izarra recuperaba el balón salía con mucha velocidad buscando a Pito para adelantarse en el marcador.

Rafa Sáez recompuso el equipo con una línea de cuatro en el centro del campo tras la entrada de Mateo Míguez, refrescando las bandas con la presencia de Pedro Vázquez y Pibe. El Coruxo quería abrir todavía más el campo para ver si encontraba ese hueco por el que llegar al área de Aitor Navarro. Sin embargo lo que llegó fue el tanto visitante. Una falta sacada en corto sobre Maestresalas, en el vértice izquierdo del ataque del Izarra, habilitó al central para que de un potente disparo fulminase la portería de Alberto Domínguez. Un jarro de agua fría, pues tal y como estaba defendiendo el cuadro navarro se antojaba muy complicado, cuanto menos, igualar el encuentro.

El Coruxo tiró de casta en la recta final del encuentro. Todo el mundo subía al ataque, pues tal y como estaba la situación daba exactamente igual perder por uno que por dos, y todavía había tiempo para soñar con la remontada. Ese pundonor, ese coraje, fue el que le permitió a los vigueses marcar el primer tanto. Fue el típico barullo en el área en donde todo el mundo mete el pie, pero a seis minutos para el final el último en hacerlo fue Campillo, que ponía las tablas en el marcador. El tanto le dio alas a los vigueses. La estrategia no importaba absolutamente nada, y todo era tratar de llegar al área de cualquier forma.

El Izarra se defendía como podía, tratando de salir alguna vez, pero los vigueses estaban metidos en el partido y no dejaban que los jugadores rivales pasaran del medio del campo. En el tiempo añadido, y en una jugada muy parecida a la del primer gol, fue Alberto García quien en el medio de un lío tremendo acertó a meter el pie en último lugar para marcar el gol de la victoria.