El celtismo es el gran tesoro del Celta. Su apoyo incondicional catapultan al equipo vigués como uno de los mejores conjuntos del fútbol español. Su aliento ha sido clave en los logros de los úlimos años. Desde el ascenso hasta la clasificación europea del curso pasado. En Mendizorroza el sueño de la Copa estaba cerca. Tocaba dar el penúltimo paso, pero el tanto de Edgar Méndez y las paradas de Pachecho en la eliminatoria añaden otro capítulo negro en la historia de los celestes en su particular idilio con la competición del KO.

La afición encajó la derrota con entereza, Hubo tiempo para todo. Hubo lágrimas. Como en las finales de Copa del Calderón o La Cartuja. O hace cinco años y medio con la derrota sufrida en Granada. El celtismo no abandonó a su equipo. No lo hizo antes y tampoco lo hizo tras sucumbir frente al Alavés. Las hordas celestes se dejaron la garganta para arropar a los de Eduardo Berizzo, que al grito de "qué salga el equipo" tuvieron que regresar al verde para agradecer su apoyo incondicional.

Hugo Mallo regaló su camiseta. Sergio también mandó sus guantes a la grada. Fontás también fue uno de los primeros en acercarse al sector donde se encontraban los celtistas. El comportamiento de la afición fue excepcional. Animó a los suyos y felicitó al adversario, que cuando hizo la vuelta de honor aplaudió la actitud de un celtismo que, tras encajar un profundo varapalo, ha dado una lección de deportividad y señorío.

El himno del Celta y la Rianxira resonaron en los últimos instantes de los centenares de hinchas que se ilusionaron con la Copa y que ya empiezan a creer en una nueva hazaña, la Europa League. "A por la UEFA", gritaban los seguidores celtistas. La próxima semana arranca el nuevo reto. Será ante uno de los grandes favoritos de la competición, el Shakhtar Donetsk. Antes, el domingo, los vigueses retomarán el pulso a LaLiga Santander visitando el Vicente Calderón.