Dos goles de Fernando Torres solucionaron una victoria esencial del Atlético de Madrid frente al Leganés, superado por el delantero y un equipo rojiblanco a medio gas, aún lejos de su mejor versión y camino del partido de vuelta de las semifinales de la Copa del Rey del próximo martes en Barcelona.

El triunfo fue de Torres, el protagonista indiscutible de una tarde sin apenas sobresaltos para el Atlético, sólo algunos con 2-0 ya en el marcador. Suyos fueron los dos tantos del encuentro, el gol 4.500 de la historia del club rojiblanco en Primera División y, quizá, lo será la titularidad en el inminente reto en el Camp Nou.

Era un partido especial para él. Por el rival y el escenario, los mismos cuando debutó con el primer equipo rojiblanco en 2001, hace dieciséis años, cuando él tenía 17; por la confirmación del duelo sensacional que firmó en la segunda parte del pasado miércoles y porque el duelo por la final de la Copa del Rey está ya a la vista.

De vuelta a la titularidad dos partidos después, clave en la reacción de su equipo el miércoles y reivindicado con goles este sábado, el Atlético resolvió el triunfo desde su actividad, sus desmarques, su ambición y su definición, la mejor forma de derribar la muralla por el centro que había construido el Leganés.

La primera ocasión fue suya, en una carrera en la que picó la pelota con destino fallido ante Iago Herrerín; la segunda de Saúl Ñíguez, con un tiro lejano fuera; y la tercera terminó en penalti sobre Fernando Torres, habilitado con un pase perfecto de Gabi y atropellado en su recorte en el área por el griego Dimitrios Siovas. Lo falló Griezmann pero apareció Torres para hacer el primero tras el rechace,. Luego estuvo bullanguero toda la tarde y acabó por encontrar el segundo gol que le devuelve al primer plano y le convierte en la gran esperanza azulgrana antes del partido del martes en la Copa.